No hay forma de detener la corrupción de un Estado con un gran poder para redistribuir la riqueza.
Wall Street Journal, EEUU
Mary Anastasia O’Grady
22 de noviembre de 2020
Traducido por Lampadia
El presidente interino de Perú, Francisco Sagasti, habla con los medios de comunicación en Lima, Perú, el 19 de noviembre. FOTO: SEBASTIAN CASTANEDA / REUTERS
Millones de peruanos han salido de la pobreza en las últimas dos décadas, gracias a una economía más abierta y orientada al mercado que ha generado un rápido crecimiento. A los socialistas no les gusta. Pero no han podido revertir las leyes que sustentan el progreso del país. Ahora están utilizando la última crisis política para intentarlo de nuevo.
La corrupción desenfrenada de Perú vuelve a estar en primer plano. En medio de la pandemia de Covid-19 y una profunda recesión, ha provocado la ira de la nación.
Sin embargo, es difícil ver cómo un electorado que tan a menudo vota a favor del populismo en las urnas puede librarse de las garras de políticos corruptos. La solución de la extrema izquierda, que es reescribir la Constitución de 1993 y darle al estado un papel más importante en la economía, empeoraría las cosas.