Por: Mario Saldaña
El Comercio, 1 de Diciembre del 2022
“Nadie como Castillo y su camarilla para crear y alentar su propia ruina”.
Hay que agradecerle a Castillo, al entorno ‘ayayeril’ que lo rodea en el Gabinete y al ex primer ministro Aníbal Torres, por habernos regalado, en tres tiempos, la prueba más clara de que el inicio de una eventual salida de la crisis tiene como primer punto de la agenda la salida del actual mandatario.
Escena 1: cuestión de confianza fallida sobre la ley que interpreta esta figura. Escena 2: cuestión de confianza inconstitucional e ilegal sobre la ley del referéndum seguida de un acta del Gabinete “interpretando” que la no aceptación de tal iniciativa equivalía a una denegatoria de dicha confianza, con la consiguiente renuncia del Gabinete Torres. Escena 3: nombramiento de Betssy Chávez en la PCM tras las denuncias de corrupción y una censura congresal a cuestas, mostrando el interés por una segunda denegatoria de confianza para el cierre del Parlamento.
Como ha ocurrido en estos 15 meses, nadie como Castillo y su camarilla para crear y alentar su propia ruina. En el Congreso, esto se conoce a plenitud. Hasta hace un par de semanas, los 50 votos flotantes, entre oficialistas duros y no tan duros, oficiosos, críticos convenidos, topos, ‘niños’ y ‘niñas’, y también legisladores con deudas a cinco años, coincidían, sin decirlo, en que el mínimo no negociable era dejar las cosas como estaban hasta que duren.
Tras la obra en tres actos arriba citada, el eje hoy cambió: es el Gobierno el principal factor de riesgo de tal precaria “estabilidad”. La masa flotante se ve como el colateral (cierre del Congreso, medida que sería harto popular) de un presidente que requiere de oxígeno y tiempo para subsistir no solo en el poder, sino lejos del alcance de la justicia.
Y siendo que buena parte de ese grupo de votos congresales tiene a su precaria estabilidad como prioridad, el apostar por la vacancia y respaldar un gobierno de Dina Boluarte como alargue de tal precariedad resulta siendo un escenario más que positivo. No tanto como para completar el quinquenio, porque es políticamente inviable, pero sí como para extender un tiempo más su estadía en la Plaza Bolívar.
Entiendo que en ese convencimiento de ‘real politik’ y como suerte de mal menor es que se vienen dando los principales esfuerzos por lograr los 87 votos para la vacancia por incapacidad moral de Castillo, tanto de los principales operadores de la oposición como de la propia Boluarte (que no firmó el acta de la interpretación de la primera denegatoria y que tampoco está en el actual Gabinete).
Si ese fuera el resultado, la oportunidad para el país debería ser apuntalar un gobierno de transición de la vicepresidenta de no más de un año, concretar un paquete básico de reformas políticas y convocar a un adelanto de elecciones generales.