Por: Mariella Balbi
Expreso, 9 de abril del 2022
“Lango lango está colgando. Mira mira está mirando. Si Lango lango se cayera, Mira, mira se lo comiera”. El dicho cae como anillo al dedo a la precaria situación que vive el mandatario Pedro Castillo Terrones, quien nunca, en estos nueve larguísimos meses transcurridos, llegó a la categoría de presidente. Según se sabe, ha asistido a pocos consejos de ministros. Castillo fue cavando su propia tumba con su autoritarismo y su ignorancia supina, incluida la del idioma español.
Inauguró su gobierno imponiéndonos a un ministro prosenderista, Íber Maraví, y legalizando a la también prosenderista y minoritaria Fenatep. El objetivo era copar la educación, desaparecer al Sutep y hacerse de la Derrama Magisterial. No lo logró. La población, los congresistas demócratas y la prensa desaforaron a Maraví. Pero eso no hizo recapacitar a Castillo. Siguió metiendo la pata, Vladimir Cerrón y Perú Libre cobraron protagonismo sin respaldo popular. La Asamblea Constituyente se fue al tacho y esta extrema izquierda se descuajeringó.
El ser humano tiene un rechazo instintivo frente a la injusticia. La tolera solo hasta cierto punto. Cuatro gabinetes, un manejo ignorante e irresponsable de la economía, la corrupción compulsiva fueron el comienzo del fin de Castillo y su banda mafiosa. El Congreso fue comprado, algo conocido desde el inicio. El chisme político indica que el asesor Biberto Castillo lo impulsó desde el primer día de gobierno. Maña tiene. Trabajó en el gobierno de Humala y fue enlace del MEF con el Congreso. Conocía a gente de las bancadas más apetitosas y vulnerables: AP y APP.
Ojo que la compra de congresistas comenzó con el ministro Francke en el MEF y con la elaboración del presupuesto. De hecho, el exministro avaló y sostuvo al exgerente de PetroPerú, el inefable Hugo Chávez. Castillo va cuesta abajo en su rodada. El pueblo, al que tanto mencionó, lo considera corrupto y mentiroso. En Huancayo y en todo el país lo repudian. Encima el octogenario Premier lanzó una barrabasada, declarándose admirador de ¡¡¡Hitler!!!
El gobernante se aferrará al poder con pico y patas, pero está de salida. Es claro. El Congreso tiene la oportunidad de reivindicarse y no dejar que el descrédito de Castillo lo arrastre consigo. Pero se requiere operadores políticos, inexistentes hasta hoy. Las cabezas de los partidos democráticos no aparecen y se necesita liderazgo a gritos.
El representante de Integridad, Jorge Lazarte Molina, ha llenado en buena medida ese espacio. Trabajó con éxito para desactivar la Constituyente, impulsó la marcha contra el estúpido toque de queda, derogado pocas horas después de ser anunciado. Sus iniciativas sintonizan con el sentimiento de la gente, pero no puede prescindir de los partidos ni del Congreso, por más mala fama que les hayan hecho o se hayan ganado.
La oposición debe cohesionarse, hacer un frente. No es momento para cabezas de ratón que solo conducen al fracaso (está probado). El empresariado está mudo, les comió la lengua el gato del poder. Una vergüenza. Avalaron la violencia contra Manuel Merino con un entusiasmo reprobable y nada dijeron frente al grotesco golpe del “Lagarto” Vizcarra.
La prensa parece coincidir en la crítica a Castillo y en la necesidad de que deje el poder. Si continúa unida, la salida del ladrón será más rápida y menos violenta.