Por: Mariella Balbi
Expreso, 7 de octubre del 2023
Lucho Giampietri fue un valiente de esos que hay pocos. Corajudo, luchador, inteligente, simpático y buen amigo. La personalidad de un militar, en este caso almirante, se asocia con un carácter rudo. Sin embargo, Giampietri era un hombre bondadoso, afable, sosegado, pese a que siempre vivió cerca de la violencia. Estuvo en el develamiento del motín senderista del Frontón, en el rescate de los rehenes secuestrados por los terroristas del MRTA en la embajada de Japón a cargo de los Comandos Chavín de Huántar. Su actuación fue fundamental para que esta operación militar resultara un éxito y sea reconocida a nivel mundial. Sin la participación de Lucho Giampietri las cosas no hubieran salido bien. Aunque lamentablemente murieron tres demócratas, ello no opaca el prestigio de esta acción memorable.
Sabido es, que los comandos Chavín de Huántar, heroicos como Giampietri, pasaron por un larguísimo e indigno proceso legal que afortunadamente llegó a su fin. Los acusaban de haber matado a un terrorista del MRTA, de ultimar a un asesino. Pero como decía nuestro almirante, sirvió para algo, para que las organizaciones de DDHH se mostraran como son: ideologizadas, ajenas a una reconciliación y tolerantes con el terrorismo. Basta mirar la siempre poco rigurosa Wikipedia y las publicaciones del IDL (¡habla de los asesinatos de los comandos Chavín de Huántar!) para ver cómo deforman los hechos y siembran la sospecha sobre quienes realizaron esta valerosa operación.
Ironías de un país como el nuestro, el arrojo y la entereza de Giampietri le trajo una persecución judicial, venal, malvada, injusta por participar del develamiento del motín senderista en la prisión de El Frontón. Eso lo indignaba, pero como era una persona mesurada no perdía la lucidez. Solo se ponía rojo y comunicaba muy bien la pesadilla jurídica que vivía. ¡El juicio dura hasta hoy! Por eso, literalmente, le hervía la sangre y con razón.
En una entrevista del 2017, Lucho Giampietri explica perfectamente la actuación de la Marina en El Frontón. Los senderistas tenían armas. Afirma: “El IDL y el Movadef tienen el mismo argumento: que hicimos un genocidio. ¡Cuál genocidio si estaban armados hasta los dientes y se dicen combatientes! Carlos Rivera ha llegado a decir que al final del operativo yo le metí tiros en la cabeza a la gente. Pero yo ya no estaba.”
La explicación de Lucho era clarísima. Al final, su muerte lo libró de esta persecución terrorista. No podrán condenarlo. Algo es algo, querido amigo. Nuestro héroe también era conocedor experto del Fenómeno del Niño y alertaba a los sucesivos gobiernos de su inminencia y de su falta de reflejos. Por él supe (supimos) que como el Niño se produce en Navidad tomó ese nombre.
Era buzo y se sumergía en profundidades impensables. Por eso no tienes arrugas, le decía yo, pues respiraba oxígeno continuamente. El mar era su pasión, nunca se animó a dejar La Punta. Nadador tenaz, me enseñó que, con un arnés, se podía nadar en el mismo sitio. Aunque deportista, era de robusto cuerpo. Cuando le decía que por su rodilla y su salud debía bajar de peso, respondía con candor: “es que me gusta mucho el pan”. Giampietri pasará a la historia como un grande, pese a la injusta denigración que vivió. Merece todos los homenajes.