Por: María José guerrero
El Comercio, 3 de Mayo del 2023
“Las afinidades que comparte el régimen de Daniel Ortega con Rusia, China e Irán incluyen el autoritarismo, la supresión de los derechos políticos y civiles de su población, la eliminación de la oposición política y su desprecio a los derechos humanos”.
La última filtración de documentos secretos del Pentágono dio a conocer en abril de este año intimidades de las relaciones diplomáticas del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Los reportes de inteligencia sugieren que Rusia, China e Irán han encontrado suelo fértil en el país centroamericano con la intención de ampliar su presencia en el hemisferio occidental a través de canales económicos, políticos y militares. La dictadura orteguista, cada vez más aislada y rechazada profundamente por la comunidad internacional, “expresó su voluntad de comprometerse con países de ideas afines” apuntando a “contrarrestar” la esfera de influencia de Estados Unidos, según los informes.
Desde el 2016, Rusia ha suministrado a Nicaragua equipo militar e infraestructura de monitoreo satelital y, en el 2022, ya en el contexto de la guerra con Ucrania, Ortega renovó la autorización a tropas rusas, aviones militares y buques de guerra para realizar supuestos ejercicios de entrenamiento y ayuda humanitaria en su territorio. Además, la semana pasada, la iniciativa empujada por Ortega para otorgar a dicha nación la condición de país observador del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) fue rechazada por los países miembros. Según el politólogo Carlos Murillo, “Rusia no está en condiciones de integrarse a un mecanismo regional como el SICA, en el que los principios del derecho comunitario, el protocolo de Tegucigalpa y demás acuerdos a los que el organismo está suscrito condenan el uso de la fuerza”.
De acuerdo con el reporte de inteligencia, los Ortega ven a los rusos como sus socios de seguridad más importantes. De hecho, Nicaragua es uno de los pocos países que dio su apoyo abiertamente a la invasión de Ucrania, aunque, desde el inicio del conflicto, las relaciones parecen haberse ralentizado y Nicaragua ha volteado los ojos hacia Beijing.
China y Nicaragua restablecieron relaciones diplomáticas en diciembre del 2021. En una movida precipitada y oportunista, Ortega anunció intempestivamente que su gobierno dejaba de “tener cualquier relación o contacto oficial con Taiwán”, tras 30 años de amistad e inversiones taiwanesas en el país, para sellar, un día después, su adhesión inminente al principio de una sola China. Uno de los reportes de inteligencia al que tuvo acceso el “Miami Herald” señala que ambos países han sostenido negociaciones secretas para la construcción de un puerto de aguas profundas en la costa atlántica nicaragüense. La empresa China Harbor Engineering Company estaría en conversaciones con el régimen desde mediados del 2022 para la realización de estudios de sitio y operaciones futuras, mientras que el Gobierno Nicaragüense “probablemente consideraría ofrecer acceso naval a Beijing a cambio de inversión económica”, evalúa uno de los documentos.
Por otro lado, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir-Abdollahian, realizó una visita diplomática a Nicaragua en febrero de este año en la que se discutieron acuerdos de cooperación económicos, comerciales y energéticos, pero también, según se filtró en los reportes de inteligencia, posibles colaboraciones militares.
Laureano Ortega Murillo, el siguiente en línea de la dinastía dictatorial de los Ortega Murillo y quien funge como asesor presidencial para inversiones, comercio y cooperación internacional, declaró esta semana que “ahora tenemos ese poderoso frente común que vienen conformando la República Popular China, la Federación de Rusia, India, los países árabes, la República Islámica de Irán y nuestra América Latina y Caribeña”.
Las afinidades que comparte el régimen de Daniel Ortega con Rusia, China e Irán incluyen el autoritarismo, la supresión de los derechos políticos y civiles de su población, la eliminación de la oposición política y su desprecio a los derechos humanos y los valores democráticos. Son, por lo tanto, un llamado a la acción a los países de la región para resistir estas alianzas autocráticas.