Por: María Isabel León
Diario Correo, 23 de Abril del 2023
La reciente publicación de los resultados de la “Evaluación Muestral de estudiantes 2022″ (EME 2022) por parte del Ministerio de Educación, ha desnudado una precaria realidad en nuestra educación básica, principalmente pública. Y aunque sus resultados han generado una serie de reacciones distintas, lo cierto es que la realidad “cuantitativa” de este informe es imposible de tapar con un dedo o con algún argumento falaz.
Las cifras de la evaluación muestral reflejan, contundentemente, un desempeño mucho más elevado de los estudiantes de los colegios privados frente a los colegios públicos (2°, 4° y 6° grado de primaria, así como 2° de media) y además, reflejan que hasta los resultados de los colegios privados, clasificados como de “bajo costo”, salen mucho mejor librados que todos aquellos del sector público en general
Debemos señalar que uno de los más grandes “desatinos” en nuestro país, ha sido la política adoptada en los últimos años por los gobernantes de turno, que impidió a nuestros niños -durante dos largos años- ir a sus escuelas, agravando los resultados de su formación, mientras se simulaba un precario trabajo “remoto” que nadie controlaba (con escasas excepciones), dejando a nuestros niños desatendidos en su proceso de aprendizaje. El resultado, salta a la vista: ¡precariedad!
Para el año 2022 que concluyó, algunos analistas estimaron que cerca del 50% de padres de familia que tuvieron que retirar a sus hijos de colegios privados de distintos niveles socio económicos, golpeados por la pandemia, y ubicarlos en colegios públicos, retornaron a la educación privada desengañados por la oferta pública.
Ahora, solo nos queda mirar hacia adelante, recuperar el “tino” y reimaginar y ocuparnos del enorme desafío y necesidades de la educación y formación de nuestros niños y jóvenes, indistintamente del lugar donde reciban estos servicios. William Ward señalaba en el siglo XVII que el educador mediocre, habla; el buen educador, explica; el educador superior, demuestra y el gran educador, inspira. ¡Inspiremos! para salir de este agujero negro en el que ha caído nuestra educación y podamos así, intentar salvar nuestro futuro y nuestra Nación.