María Cecilia Villegas, Experta en políticas públicas
Correo, 09 de julio de 2016
Los conflictos sociales son una constante en el país desde hace muchos años. Pese a ello, el Estado ha sido incapaz de controlarlos. Son, pues, una muestra de nuestra debilidad institucional, de la falta de presencia efectiva del Estado y de la ausencia de una democracia funcional. Todo ello afecta el desarrollo económico y la gobernabilidad del país, al paralizarse inversiones y utilizarse la violencia como mecanismo de negociación con el Estado y la empresa privada.
Hasta hace unos días, parecía que PPK había entendido que para lograr sacar adelante las reformas estructurales que el país necesita para destrabar las inversiones y repuntar el crecimiento económico, precisaba de los 73 congresistas de Fuerza Popular. Y es que queda claro que con 18 congresistas de 130, la bancada oficialista no es suficiente y por ello necesitarán generar alianzas y tender puentes.
Sin embargo, el pasado miércoles, PPK, olvidando que a partir de 28 de julio será quien personifique a la nación, conminó a los trabajadores de la empresa minera Doe Run en La Oroya a tomar las calles y marchar hacia el Congreso, en un discurso digno de Marco Arana o Verónika Mendoza.
PPK y su equipo olvidan que el éxito del próximo gobierno no depende del fujimorismo, sino de la gestión del Ejecutivo, pero que sin el fujimorismo no podrán ser exitosos. Polarizando nuevamente al país, como si la campaña no hubiese terminado el 5 de junio, se hacen un flaco favor. La estrategia de mantener el enfrentamiento con el fujimorismo es equivocada. Y creer que la izquierda será una aliada del gobierno de PPK es más equivocado aún. La izquierda, esa traicionera compañera, quiere llegar al poder en el 2021, y para ello deberá demostrar en estos cinco años que el modelo económico peruano no funciona. Para lograrlo, usará su capacidad y experiencia para tomar las calles, parar reformas y con ellas las grandes inversiones que sostienen el crecimiento económico del país. Por ello, no es necesario que PPK convoque marchas, de eso se ocupará la izquierda. Más bien, el Presidente electo debería buscar consensos y poner los intereses del país por encima. Tiene la oportunidad de pasar a la historia no solo como el Presidente que reactivó la economía y sacudió al país de la inercia en la que nos encontramos, sino como aquel que acabó con la polarización y construyó una visión de país para todos los peruanos.
Lampadia