María Cecilia Villegas
Diario Correo, 7 de setiembre de 2016
Esta semana se realizó en Estocolmo la Semana Mundial del Agua, bajo el lema Agua Para el Desarrollo. El agua es el recurso más escaso del mundo y es considerada por el Banco Mundial como una prioridad para lograr acabar con la pobreza para el 2030. Para ello, diversos expertos internacionales vienen discutiendo la necesidad de un cambio en el consumo de agua. Ellos concluyen que es necesario que el agua sea reutilizada lo más posible, y lograr normas eficientes para su gestión. Las aguas residuales no deben ser vistas como desechos, sino como un recurso valioso. Esto es especialmente importante para Latinoamérica.
El Perú tiene la mayor disponibilidad de agua per cápita de Latinoamérica y, sin embargo, no hemos logrado que todos los peruanos tengan acceso a ella. Según el INEI, el 85% de la población peruana tiene acceso a agua potable, pero solo el 73% de quienes viven en pobreza. Mientras que el 66% de los peruanos tiene acceso a saneamiento, pero solo el 39% de los peruanos pobres tiene acceso a redes de desagüe. En el caso de los peruanos que viven en zonas rurales, el acceso a redes de desagüe es de solo el 16%. El 60% utiliza una letrina o pozo ciego y el 21% no tiene acceso a ningún tipo de saneamiento. Existe, además, una gran disparidad en el acceso a servicios de agua y saneamiento entre las regiones y los distritos del país. En Loreto 35% y en Ucayali 48% de las viviendas tienen acceso a agua potable. Mientras que el acceso a redes de saneamiento es bastante menor: 35% Cajamarca, 23% Huancavelica, 32% Loreto y 34% Puno.
Uno de los principales problemas de salud que enfrentan los niños peruanos es la desnutrición, que afecta a uno de cada cuatro niños. En Huancavelica 42.6% de los niños menores de 5 años presentan desnutrición crónica, 35.6% en Cajamarca, 29% en Huánuco y 28% en Ayacucho. Una causa de la desnutrición es la falta de higiene que facilita que los niños ingieran alimentos con bacterias, generando diarreas que les impiden absorber los nutrientes necesarios. El problema no es solo de falta de agua segura. Diversos estudios han concluido que existe una correlación entre la falta de saneamiento y la desnutrición infantil. Es por ello que las intervenciones para ser exitosas deben necesariamente estas articuladas entre los distintos sectores. No basta un programa de nutrición si no hay acceso a agua potable y desagüe.