Maite Vizcarra
El Comercio, 31 de octubre del 2024
La esencia de las ‘age-tech’ es empoderar a las personas, hacer que su vida les sea más fácil y que puedan elegir cómo desean vivir durante la –última– madurez.
Beia Carvalho tiene 70 años, es brasileña y decidió dejar Sao Paulo, su ciudad natal, hace dos años para cumplir uno de sus sueños: vivir en Portugal y seguir innovando. Hablando de innovación con Beia en Lisboa, uno puede preguntarse si existe una edad límite para innovar. Y la respuesta la ofrece la misma Beia: uno innova siempre que quiera, mientras haya vida. Y es así, tal cual.
Antaño se pensaba que la gente cronológicamente más joven estaba naturalmente llamada al riesgo. Sin embargo, existe evidencia empírica reciente en un informe sobre longevidad (“Leaving no one behind in an ageing world”, World Social) difundido por la ONU que plantea que, gracias al aumento de la expectativa de vida, los avances científicos, el empoderamiento de la mujer y el descenso de la tasa de natalidad, se presentan nuevos hábitos de vida que colocan a las llamadas personas mayores o ‘seniors’ en una situación expectante.
En pleno siglo XXI, nunca como antes, “lo que está delante de nosotros y lo que está detrás de nosotros es poco importante comparado con lo que reside dentro de nosotros” (Ralph Waldo Emerson). Y eso es también lo que está detrás de las nuevas propuestas denominadas ‘age-tech’, enfocadas en facultar a las personas para que elijan cómo vivir a medida que envejecen.
La esencia de las ‘age-tech’ es empoderar a las personas, hacer que su vida les sea más fácil y que puedan elegir cómo desean vivir durante la –última– madurez, ya sea que prefieran una vida independiente en casa (envejecer en el hogar), busquen conservar su salud o mantenerse conectadas, o que tengan algún otro objetivo. De ahí que las aplicaciones y soluciones digitales pensadas en el bienestar sean ‘trendy’ en el mundo de la innovación, como lo recuerda Carvalho.
Pero hay más. Junto con el hecho de una prolongación de la vida y la aparición de gente ‘senior’ más cercana a la exploración en nuevos ciclos, también está la confirmación de generaciones más jóvenes, muy tecnológicas, pero poco críticas con los inconvenientes que también trae el uso de lo digital. Esto explica por qué personas que tengan la habilidad de interactuar intergeneracionalmente tendrán más opciones de desarrollo, pues, sin importar su edad cronológica, pueden convertirse en ‘role modes’ para generaciones diferentes ávidas de nuevas perspectivas de aprendizaje.
Actualmente nos encontramos en un momento de la historia en el que más generaciones conviven entre sí, y esta realidad deriva en la colaboración intergeneracional. Por ello, este último concepto está estrechamente vinculado con la longevidad, que configura un nuevo escenario que está intrínsicamente vinculado con asuntos como la salud, el conocimiento, la economía y el empleo.
Aparece, así, un dato que tendríamos que destacar más, la emergente “economía de la longevidad”, que indica cómo las personas ‘seniors’ se convertirán en el motor económico de varios sectores como el entretenimiento, el transporte y claramente los servicios de salud. Pese a este escenario que parece más cercano a economías más avanzadas que la del Perú, lo cierto es que es una tendencia que llegará también por aquí.
Por ello, resulta de suma importancia erradicar los prejuicios sobre el envejecimiento, aprovechar la tecnología para construir nuevos mercados, impulsar las relaciones intergeneracionales y promover el emprendimiento para aprovechar las oportunidades de la economía de la longevidad.