Madeleine Osterling
Expreso, 13 de setiembre de 2017
Un recién ungido PPK anunció que durante su mandato arribaríamos a la OCDE – club de países ricos y desarrollados con políticas públicas de vanguardia.Semanas más tarde, con ocasión de la visita del presidente de dicha institución, ya no estaba tan seguro que el plazo sería suficiente. Hoy, la foto está más complicada que en agosto de 2016, pero igual un demasiado optimista y soñador Premier ha ratificado su convicción de poder llegar en el 2021. ¡Veremos qué nos depara el destino!
Algunas reflexiones:
- La mayoría de los 35 países que integran la OCDE están, literalmente, a años luz del Perú en institucionalidad, ingresos per cápita (Índice Gini establece que el Perú está en un nivel de 0.44 cuando la media de la OCDE es de 0.30), servicios de educación y salud, equidad de género y corrupción. La formalidad es un tema medular que parece inalcanzable para nuestro país, arrastramos una tasa de informalidad del 70 % desde hace años, sin visos de mejora.
- Adoptar las mejores prácticas significará incluir estándares muy altos en las normativas, que evidentemente estarán disociadas con la realidad. Se sancionará con severidad el incumplimiento, y nuestra poca tolerancia al castigo y a las multas confiscatorias, generará mayor informalidad. Es un círculo vicioso. Aunque suene absurdo, terminaremos aprobando regulaciones simplemente por presión internacional. No entiendo cuál es el sentido de tomar el camino más tortuoso. ¿Quiénes se benefician?
- México tiene más de 15 años en la OCDE y es uno de los países que más recomendaciones ha adoptado, sin embargo, los resultados de una evaluación reciente arrojan que sigue teniendo graves problemas de seguridad, corrupción y pobreza. Enfrenta, al igual que el Perú, la inmensa dificultad de implementar normas sobre transparencia y conflicto de intereses, la “abrumadora burocracia” no está interesada en cambiar el sistema, está cómoda. Gemela idiosincrasia e indolencia ante el cumplimiento de la ley.
- Con el riesgo de ser una voz solitaria, pienso que nuestra cantada incorporación a la OCDE es una magnífica excusa para generar “puestos de trabajo”,realizar ingentes cantidades de viajes al exterior y que los miembros del Gobierno de turno puedan jactarse de ese supuesto posicionamiento internacional.
Reto a cualquier encuestadora a elaborar un grupo de enfoque respecto de la OCDE. Estoy segura que la mayoría ni siquiera sabría lo que la sigla significa: “Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos”. ¡Aterricemos! Los problemas del país necesitan una receta simple y a la medida, mucha valentía y celeridad en la ejecución.