Por: Madeleine Osterling
Expreso, 17 de marzo de 2021
No podemos votar por un admirador de Evo Morales que propone copiar el modelo boliviano y estatizar empresas como opción de crecimiento y desarrollo. Durante su campaña ha lanzado varias advertencias a las mineras, amenazándolas con modificar el sistema de concesiones para convertir al Estado en propietario final de los recursos. Como sus desafíos no le dieron frutos, semanas después bajó el tono para sostener que solo renegociaría los contratos con las empresas pero que no patearía el tablero si estas últimas se negaran a cambiar las condiciones. Y ¿eso qué significa? Yonhy Lescano no es un candidato CONFIABLE, su discurso edulcorado tiene como único propósito convencer a los incautos y a aquellos a los que literalmente les da pereza informarse y pensar. Ejemplar alumno de Maquiavelo: “Nunca intentes ganar por la fuerza, lo que puedes ganar con la mentira”
No podemos votar por un candidato que promueve la creación de una aerolínea de bandera cuando la aviación comercial es uno de los sectores más golpeados de la pandemia o que sugiere que el Estado debería filtrar las noticias – al mejor estilo orwelliano – para impedir que éstas puedan generar impactos imprevisibles o atemorizar a los ciudadanos.
En este contexto, es inaceptable que El Comercio sesgadamente lo califique como de “centro” cuando este ambicioso personaje es el típico populista de izquierda. Definitivamente es un mensaje dirigido a aquellos electores que se nutren de titulares pero que no se toman la molestia de revisar la trayectoria de los candidatos o, por lo menos, leer alguna entrevista en las que estos dicen y se desdicen tomando la temperatura de cómo fueron recibidas sus ideas. Vivimos un gran engaño. Rectificar es de sabios pero muy distinto son aquellos como Lescano que van acomodando su discurso al auditorio.
Tambien sostiene que generará inversión privada manteniendo las exoneraciones y la recuperación anticipada de impuestos, pero cuestiona la rentabilidad de las empresas y promueve un Estado regulador y controlista que terminará de descalificar a nuestro país como un buen lugar para invertir. ¡Hay que darle un baño de realidad a Lescano!
¿Estamos cansados de la improvisación, de la falta de estrategia y de visión como país? ¿Hartos de la debilidad de nuestras instituciones y de la interferencia de poderes? Pues, no lo parece porque estaríamos permitiendo que este hombre ambicioso, cuya carrera política se sostiene en el resentimiento y el discurso barato, llegue al poder.
El ciudadano de a pie está empobrecido y endeudado, las micro y pequeñas empresas están rematando sus activos para obtener liquidez, hay casi 85,000 sociedades inactivas desde el 2020 por el alto costo de formalización, y el otrora “salvador” Reactiva, hoy cuando se asoman las obligaciones, representa una carga difícil de sobrellevar.
Necesitamos votar por un candidato con experiencia en la generación de riqueza y creación de empleo. Hoy, salvo la pandemia que nos azota y cuya corta temporalidad es solo un espejismo, lo más importante para un país que se hunde como en nuestro, es fortalecer la economía y dar un mensaje de estabilidad al Mercado. No podemos avanzar sin mirar atrás; este último quinquenio es un ejemplo de lo que no puede seguir siendo la historia del Perú.