Por Madeleine Osterling, abogada
Expreso, 12 de enero del 2022
Basta escuchar las noticias un día cualquiera para tener la foto de un país en estado de descomposición y una sociedad intentando sobrellevar esa pesadísima carga, sin instituciones a las que recurrir, en absoluto estado de indefensión. Somos parte de esa Latinoamérica pendular, donde desafortunadamente el ciclo positivo generado por las democracias liberales está de salida. Regresamos a la demagogia, al populismo y al discurso impostado de gobiernos que han convertido a la pobreza e ignorancia en su fuente de poder.
El caso del Perú es absolutamente patético, estamos gobernados por una red criminal encabezada por un maestro cuyo abogado juguetea con la “prueba diabólica” y construye artificios inverosímiles para tratar de probar su cuestionada inocencia, cuando todo el Perú ha reconocido a Castillo en los vergonzosos videos difundidos por Cuarto Poder. Para su mala suerte, el sombrero no es lo único que lo caracteriza.
¿Frente a este escenario que cada minuto le juega en contra al país, cabe alguna duda que la mejor solución es la vacancia por incapacidad moral permanente? Razones sobran y se trata de un mecanismo constitucional impecable. Sin embargo, hay muchos líderes de opinión que se han dedicado a satanizarla, desde decir que constituye la versión moderna de un golpe de Estado hasta tener el atrevimiento de opinar que se trata de una vulneración a la voluntad popular. Están intentando desnaturalizar la figura para anularla, con lo cual se debilitarían los pesos y contrapesos de los poderes del Estado en beneficio del Ejecutivo. Los congresistas, siempre asustados por una eventual persecución mediática, solo atinan a proponer modificaciones constitucionales, aumentar las mayorías calificadas y dilatar sus responsabilidades. Vale decir, perder el tiempo y tontear al país.
Pero lo más decepcionante es la actitud de la oposición. Inadmisible que no puedan buscar consenso y presentar un candidato único para las elecciones regionales y municipales. Ya hay varias “súper estrellas” que se han lanzado al ruedo, por lo menos seis precandidaturas definidas. Queda absolutamente al descubierto que no han cambiado un milímetro, son pura boquilla, se rasgan las vestiduras por la democracia, pero cuando es momento de dejar los apetitos de lado, prevalecen sus intereses personales. Ya se están desmereciendo recíprocamente. La única fuerza que tiene hoy la oposición es la unidad y la están desechando. Es indispensable que lleven un solo candidato por jurisdicción. Tienen que hacer su mayor esfuerzo para ganar y demostrar con hechos, con obras tangibles en infraestructura, salud y educación que brinden mejor calidad de vida a la gente más humilde del país, que el problema del Perú no es la falta de recursos sino la perversa combinación de incompetencia y falta de profesionalismo con corrupción. Si van divididos, perderán. PL es gobierno, ya tiene el control de los prefectos y demás autoridades que les allanarán el camino. Están advertidos, luego no se victimicen ni busquen excusas. Después de las elecciones generales del 2021, saben perfectamente a qué se exponen.
Al cierre del primer trimestre del 2021, en Cajamarca, Huancavelica y Pasco, la ejecución presupuestal no llegaba ni al 6%. Ahí es donde la oposición tiene que concentrar sus esfuerzos. La desilusión y las promesas incumplidas de Castillo no serán suficientes para recuperar esa inmensa cantidad de votantes. Costará muchísimo trabajo, pero ese es el gran reto. Nadie dijo que sería fácil.