Por: Madeleine Osterling
Expreso, 16 de marzo del 2022
El miedo es el mayor enemigo de la libertad y una herramienta muy poderosa para el control de las emociones desde los albores de la humanidad. Ampliamente utilizado en la política y la religión, es el mecanismo preferido de las dictaduras que someten la voluntad de los ciudadanos ante el pavor al castigo. Hoy en el Perú ello no es ni ajeno ni lejano. La Fiscalía ha judicializado la política, el libre ejercicio de los derechos constitucionales se está convirtiendo en delito, con tipicidad a la medida, para acosar y perseguir a la oposición. Evidentemente, el Gobierno no se da por enterado, utiliza entidades cómplices que se prestan al perverso juego de la represión del pensamiento libre. Es un proceso lento, de acorralamiento, que va desgastando las estructuras de las sociedades libres. Castillo se hace el desentendido, pero tiene clarísimo el objetivo, no cometamos el error de minimizarlo.
Cuatro cuestionados gabinetes en siete meses: uno impresentable y tres con inmerecida confianza sobre la base del mantra divino de la gobernabilidad, desacreditan cualquier sobre ponderación –apertura y confianza- de un soberbio Castillo. Además, en Chile conocen perfectamente los males que agobian al Perú, pues desafortunadamente parece que recorrerán el mismo pedregoso camino del Socialismo del siglo XXI.
Somos países vecinos y cualquier paralización en nuestra producción de cobre los impacta positivamente. Nos siguen al milímetro y están absolutamente informados que el Perú se ha vuelto un lugar muy complicado para la inversión porque no existe el principio de autoridad: Cuajone paralizada por acciones hostiles de las comunidades que han dejado sin agua a la unidad minera donde viven 5,000 personas; Las Bambas expuesta a los cierres del corredor minero del Sur y a comunidades que no respetan acuerdos y tienen exigencias irracionales. Los conflictos sociales están desbordados y las comunidades muy empoderadas porque su hermano provinciano, hoy en Palacio de Gobierno, les ha prometido volverlos ricos y nada de ello está ocurriendo; todo lo contrario, cada día están más pobres. Loreto se ha vuelto una región muy convulsionada, la producción del lote 95 está restringida por los permanentes bloqueos, impactando no solo la producción nacional, sino las regalías y canon de la región.
Ni una palabra de Castillo sobre el alza de precios. La inflación no es coyuntural ni transitoria. Culpar a la pandemia y luego a la terrible guerra promovida por Rusia es evadir el verdadero problema. Hay muchas causas exógenas pero los fundamentos que sostenían a una economía peruana sólida están desapareciendo. Demasiado optimista el BCR al sostener que partir del 2023, la inflación bajará a menos del 3%. No tienen una bola de cristal para predecir que los precios del trigo, el maíz y el petróleo se estabilizarán en pocos meses.
La volatilidad es escalofriante con fuerte tendencia al alza. Por ello, el gobierno debería anunciar un respiro económico a los peruanos y decretar una reducción del ISC a los combustibles, supervisando que efectivamente haya un descuento proporcional en el precio a los consumidores. Sin embargo, el MEF ya se pronunció en contra porque disminuye la recaudación. Sabemos que con una Sunat tan ineficiente, la única forma de generar ingresos es con impuestos indirectos, pero ¿acaso no era un gobierno con rostro humano y sentido social? No, no lo es. Es incompetente, corrupto y absolutamente alejado de la realidad, aunque pregone lo contrario.