Álvaro Monge Zegarra, Socio de Macroconsult
Gestión, 11 de mayo de 2016
Las cifras de pobreza reveladas por el INEI para el 2015 confirmaron el cambio de tendencia advertido desde el 2011, a partir del cual la proporción de personas con un gasto promedio inferior a S/ 315 al mes (línea de pobreza) mostraba una lenta convergencia hacia el 20%. Mientras que durante el periodo 2004 – 2008 la reducción de la pobreza fue de 5.3 pp. anuales, en el periodo 2010 – 2015 esta fue de apenas 1.8 pp. anuales.
Parte de la explicación está en el menor ritmo de crecimiento y parte en la menor elasticidad crecimiento-pobreza. Esta ralentización de la tasa de pobreza era un proceso esperable en la medida en que al ser la pobreza menor, las brechas económicas o sociales que la explican tienden a concentrarse en grupos poblacionales con menores oportunidades de aprovechar el crecimiento económico. Estos grupos son los que han sido denominados recientemente como el “núcleo duro” de la pobreza. Sin embargo, ¿cuál es ese núcleo?, o mejor dicho, ¿cuán cerca o lejos estamos? Se pueden ensayar algunas aproximaciones.
Desde un enfoque dinámico, la tasa de pobreza que observamos hoy es el saldo de un conjunto de familias que han entrado y salido de la pobreza de manera continua. De este modo, los más vulnerables serán aquellos que han mostrado mayores dificultades para superarla o, dicho de otro modo, que en un periodo razonable de tiempo, siempre han sido pobres. Usando el periodo 2011 – 2015, esta proporción se ubica entre 5% y 7%. Un segundo enfoque es recurrir a las condiciones no monetarias para aproximar el núcleo. Es decir, reconocer que existe un grupo de individuos cuyas condiciones en capital humano, capital productivo y acceso a infraestructura económica y social son los impedimentos cruciales que enfrentan para superar la pobreza.
Algunas de esas características son reconocidas por indicadores estándar de pobreza multidimensional. Por ejemplo, usando la aproximación de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), los pobres cuyas condiciones de vivienda o acceso a servicios permiten intuir condiciones de vulnerabilidad estructurales alcanzan entre el 8% y 9% de la población al año 2015. Finalmente, usando una aproximación geográfica, es posible asumir que el núcleo duro de la pobreza se concentra en zonas menos integradas al sistema de ciudades. En el caso peruano, estas localidades constituyen el área rural dispersa que al año 2007 concentraba entre el 12% y 10% de la población.
En resumen, usando cálculos preliminares, el núcleo duro de la pobreza en el Perú se ubicaría en el rango 12% – 6% de la población; todavía lejos de la tasa de pobreza a la cual estamos convergiendo (20%). Es decir, persiste el espacio para seguir reduciendo la pobreza, por lo que retomar el crecimiento económico y llevar adelante políticas productivas y laborales que incrementen la elasticidad crecimiento – pobreza deberían redundar en reducciones mayores a las observadas recientemente. Todo ello definiría un nuevo valle de convergencia más cercano al 10%, que es donde debería ubicarse la meta del nuevo Gobierno.
Lampadia