Por: Álvaro Monge Zegarra
Gestión, 10 de Agosto del 2022
“Por las dificultades metodológicas comentadas, los hallazgos corresponden a impactos mínimos”.
Una noticia que ha tenido poca repercusión, más allá de ciertos círculos especializados, es la publicación por parte del Minedu del Estudio Virtual de Aprendizajes del 2021. En este documento publicado en junio de este año se da cuenta de los retrocesos en los rendimientos educativos de los estudiantes peruanos producto de la pandemia. La importancia de esta información radica en que constituye el primer diagnóstico sobre el efecto del confinamiento en los aprendizajes. Su principal deficiencia es que no es información comparable con los resultados estandarizados publicados el año 2019 por lo que es difícil aún concluir sobre la dimensión del impacto negativo que ha tenido mantener cerradas por casi dos años la mayoría de las instituciones educativas del país. Como se detalla en el documento, la principal diferencia metodológica es que las pruebas de rendimiento de 2021 fueron realizadas de manera virtual en hogares y no presencialmente en espacios controlados como en años anteriores. Justamente por ello los estudiantes seleccionados fueron aquellos con algún dispositivo digital para rendir la prueba y con cierta asistencia de padres o cuidadores para brindar apoyo.
Es por esta limitación que los retrocesos en los rendimientos educativos respecto a la situación prepandemia solo se pueden inferir de modo referencial desde los resultados presentados para las pruebas de segundo de secundaria. Es en esta cohorte donde el informe hace un esfuerzo mayor por crear un grupo parcialmente comparable entre 2019 y 2021. Los resultados arrojan que el retroceso en la proporción de niños con resultados satisfactorios en comprensión lectora es de por lo menos 10 puntos (30% en 2019 vs. 19% en 2021). En el caso de matemáticas el retroceso registrado es de por lo menos 6 puntos (34% en 2019 vs. 28% en 2021).
No obstante, es importante subrayar la frase “por lo menos” en la descripción anterior, ya que, por las dificultades metodológicas comentadas, los hallazgos corresponden a impactos mínimos. Es presumible que el efecto en el promedio de la población haya sido mayor. Primero, estando la muestra de 2021 sesgada hacia aquellos niños con disponibilidad de dispositivos electrónicos, estemos frente al grupo que tuvo mayor facilidad de enfrentar los retos de la educación virtual. Segundo, porque como muestra el mismo informe, los rendimientos iniciales de estos niños serían superiores al promedio del país y provendrían de hogares con madres mejor educadas. Ambas características hacen presumir mejores condiciones para el aprendizaje lo que puede haber mitigado parcialmente el efecto del confinamiento. Por ello, si bien la información presentada es útil como un diagnóstico temprano de la situación de la educación peruana poscovid, aún necesita ser complementada con mayor y mejor información sobre la cual se construya el plan de recuperación de aprendizajes.