Por: Álvaro Monge, Socio de Macroconsult
Gestión, 13 de enero de 2021
A fines del 2020, el INEI dio a conocer las mediciones oficiales de vulnerabilidad. A pesar de que el hecho pasó desapercibido, es un hito importante en la discusión de políticas publicas vinculadas al cierre de brechas sociales. Las cifras presentadas permiten una mejor caracterización de las condiciones de vida de la población no pobre y una visión complementaria al de la pobreza.
Mientras que la tasa de pobreza muestra aquella proporción de personas que no acceden a un nivel de vida mínimo, la tasa de vulnerabilidad corresponde a aquella fracción de individuos que no siendo pobres presentan una probabilidad relativamente alta de serlo producto de choques de diversa naturaleza. De este modo, las líneas de vulnerabilidad estimadas por el INEI permitirán diferenciar dos grupos de individuos no pobres (hasta ahora asumidos como un segmento homogéneo): aquellos que presentan un riesgo alto de caer en pobreza y aquellos que no. Los primeros, a diferencia de los segundos, serían elegibles de algún tipo de acción del Estado bajo una estrategia de lucha contra la pobreza que aspire a ser sostenible en el tiempo.
Los resultados de la investigación han sido presentados en el informe técnico “Perú: Estimación de la Vulnerabilidad Económica a la Pobreza Monetaria”.
Un primer hallazgo es que la tasa de vulnerabilidad alcanzó al 34% de la población en el 2019. Es decir, incluso antes de la pandemia casi el 55% de la población peruana o bien era pobre o vulnerable. Puesto en esos términos es fácil entender el deterioro en las condiciones de vida experimentado por la población producto de la recesión económica.
Un segundo hallazgo es que a diferencia de la pobreza que se redujo de manera sostenida durante los últimos 15 años, la vulnerabilidad se incrementó pasando de 21% en el 2004 a 34% en el 2019. Es decir, es factible asumir que un grupo relativamente importante que salió de la pobreza permaneció aglutinado alrededor de la línea de pobreza con un riesgo alto de retornar. Si bien la tendencia completa no es publicada por el INEI es posible estimarla replicando la metodología del estudio. Finalmente, un tercer hallazgo es que el perfil de la población vulnerable es más cercano a los pobres que a los no vulnerables en ciertas dimensiones críticas de bienestar. Esto se puede comprobar, por ejemplo, a partir de la educación alcanzada e inserción laboral.
Aunque persisten ciertas mejoras metodológicas por explorar, por ejemplo, diferenciar geográfica y demográficamente las probabilidades de retorno a la pobreza, es necesario reconocer y valorar el avance estadístico logrado. En adelante, tocará a los responsables de la política pública y ponerse a la mis a altura y establecer metas concretas alrededor de este segmento poblacional dándole contenido a los objetivos de reducir la pobreza de manera sostenible y consolidar la clase media peruana.