Por: Álvaro Monge Zegarra
Gestión, 15 de julio de 2021
Al cierre de esta columna, aún no se conocían las cifras del PBI de mayo, pero presumiblemente el crecimiento de dicho periodo habría sido del orden del 40%. La buena noticia es que, con ello se registraría el tercer mes consecutivo con tasas de variación de dos dígitos (marzo con casi 20% y abril con casi 60%). La principal razón de dicho desempeño: el rebote estadístico luego del cierre de actividades económicas que caracterizó dichos meses del año pasado. La mala noticia es que este ritmo de recuperación viene más lento de lo esperado. Son dos factores los que han condicayendo cionado el desempeño. Por un lado, la segunda ola del covid-19 y los retrasos iniciales en el proceso de vacunación que han impedido que algunas actividades puedan estar en pleno funcionamiento incluso a más de un año de desencadenada la pandemia. Por otro lado, la incertidumbre política se agravó a partir de mayo y ha venido ralentizando las decisiones de inversión y consumo. Como resultado, durante el periodo marzo-mayo, la economía peruana continúa casi un 4% por debajo de los niveles del 2019. En otras palabras, a pesar de experimentar cifras “impresionantes” de crecimiento mes a mes, es entendible que la “sensación” de este 2021 es aún la de un mercado en recesión.
Para las familias no debería ser extraña esta apreciación tomando en cuenta que la reactivación del mercado de trabajo es aún mucho más lenta que lo viene registrado el PBI. Usando información del INEI para Lima Metropolitana y el mismo trimestre móvil de referencia (marzo-mayo), la cantidad de personas trabajando si bien ha crecido más del 70% respecto del 2020, aún se ubica 9% por debajo del 2019. Asimismo, no solo los niveles de empleo muestran rezagos, también se nota una recomposición hacia puestos de trabajo de menor productividad, peor calidad y presumiblemente informales.
Por ejemplo, mientras que el empleo adecuado refleja una caída de 30% en el trimestre marzo-mayo del 2021 respecto del mismo periodo del 2019, el subempleo muestra un notable incremento de 27% en el mismo periodo de comparación. Como resultado, los ingresos reales por hora trabajada han continuado y se ubican ya casi 12% por debajo de su nivel de hace dos años.
Con este panorama es posible comprender que, si bien los niveles de pobreza en el Perú para el año 2021 serían algo menores que el 2020 (25% vs. 30%), estos se ubicarían aún por encima del 2019 (20%). Es decir, si es que el Gobierno entrante no realiza acciones inmediatas para reactivar la economía entre el 2021 y el 2022 (más allá del rebote estadístico esperado) una pobreza que se estabilice en 25% podría significar que casi un millón y medio de peruanos estén en serio riesgo de caer en pobreza crónica. Las consecuencias de dicho escenario no solo pueden significar fuentes de tensión social adicionales en el corto plazo, sino en el mediano plazo puede afectar indicadores de desarrollo infantil temprano y, a partir de ahí, la capacidad de crecimiento de largo plazo del país.