Por: Alvaro Monge Zegarra, Socio de Macroconsult
Gestión, 10 de agosto de 2020
Los eventos políticos de los últimos días, lejos de ayudar a disipar la incertidumbre asociada a la crisis sanitaria y económica, la han exacerbado, lo que puede debilitar la propensión a invertir por parte de las firmas y retrasar el ya lento proceso de recuperación de la actividad económica. La caída del empleo y los ingresos que se desprenden de lo anterior hace que los hogares peruanos también reaccionen a esta incertidumbre. En principio, una caída de los gastos familiares de más de 7% esperada para el 2020 y un proceso de recuperación que podría tardar casi dos años, no van a pasar desapercibidos y van a obligar a que las familias revisen de manera importante sus presupuestos futuros.
Justamente este es el punto de partida del artículo publicado el mes pasado sobre comportamientos del consumidor por Nidhi Arora y sus colegas de MC-Kinsey & Company. Los autores señalan que, debido a las dificultades económicas y la incertidumbre sobre las posibilidades de recuperación de los ingresos personales, los ciudadanos de casi 45 países investigados están ajustando su consumo, sobre todo reorientándolo hacia productos menos costosos y desde categorías discrecionales hacia las esenciales.
Los resultados que los autores sugieren revisar para Perú confirman estas tendencias. No solo entre el 60% y el 80% de los entrevistados señalan la necesidad de cortar gastos o ser más cuidadosos en sus decisiones de consumo, sino que la mayoría de ellos reporta que reducirá su consumo en casi toda la canasta investigada (29 de los 32 productos).
¿Pero de qué tamaño será el recorte de gastos? En Macroconsult hemos investigado estas tendencias para poder dar una primera respuesta a esta pregunta. Para ello estamos usando sistemas de demanda incompletos (o curvas de Engel) que nos permitan estimar las elasticidades de ingresos a lo largo de toda canasta de consumo identificada en la Encuesta Nacional de Hogares. Nuestros resultados preliminares confirman la actitud más defensiva de los hogares peruanos.
Si bien todos los rubros de gasto caen (considerando solo el efecto ingreso), los grupos de gasto que caerían más que proporcionalmente son aquellos vinculados a alimentación fuera del hogar (bares y restaurantes), confecciones y gastos de mejoramiento o decoración de la vivienda. Mientras tanto, aquellos que caerán menos que proporcionalmente son los alimentos dentro del hogar, servicios básicos (gas, agua, electricidad), mantenimiento de la vivienda y comunicaciones. La caída de los primeros ocurre en el rango de 13% – 10% y de los segundos en el rango de 3% a 6%.
Un resultado interesante de este ejercicio es que caída de alimentos dentro del hogar es de 5.9% y más allá de ciertos extremos (por ejemplo, golosinas que cae mucho o aceites que cae poco), en general la contracción tiende a ser bastante homogénea entre los diferentes grupos de alimentos, pero ligeramente mayor en el caso de productos cárnicos o pescados y ligeramente menor en panes y cereales. Si interpretamos los primeros como fuentes de proteínas y los segundos como fuente de carbohidratos, es posible que las preocupaciones mostradas por la FAO y Cepal sobre deterioro alimentario producto de la crisis económica tengan cierto respaldo en estos resultados preliminares. Es decir, que posiblemente las dietas en las ciudades latinoamericanas no solo migren a alimentos más baratos sino de menor calidad, acentuando problemas de desnutrición infantil u obesidad.
De confirmarse lo anterior, y su miramos un poco más allá del corto plazo, la necesidad de reforzar programas presupuestales orientados a seguridad alimentaria articulados por el Midis, Minsa y Minag debería formar parte de las prioridades del Ejecutivo.