Por: Alvaro Monge Zegarra
Gestión, 16 de Enero del 2023
Afines del año pasado, junto con Yohnny Campana publicamos el documento “Lucha contra la pobreza: evolución reciente y opciones de política” gracias al auspicio del CIES. Como parte del análisis, elaboramos simulaciones sobre trayectorias de pobreza en el mediano y largo plazo. En nuestro escenario central, la pobreza en 2022 y 2023 debía estabilizarse alrededor del 26% (límite inferior) o mostrar una tendencia creciente hasta ubicarse un poco por encima del 27% (límite superior). Las estimaciones las realizamos con datos a julio del año pasado, por lo que seis meses después vale la pena revisar los supuestos que la sostienen.
La revisión es pertinente, además, tomando en cuenta las declaraciones del ministro de Economía, Alex Contreras, quien comentó que era muy probable que la pobreza en el Perú no se haya reducido en 2022 producto de la mayor inflación y el menor crecimiento registrado en el periodo. Más aun, el profesor Javier Herrera, director de investigación del IRD y miembro de la Comisión Consultiva de Pobreza del INEI, estimó que la pobreza el año pasado podría haber llegado al 30%. En esta breve nota, comento lo que a mi entender son las dos trayectorias más importantes que podrían afectar los niveles de pobreza en el periodo descrito.
Primero, los supuestos macroeconómicos se han deteriorado si centramos la atención en las dos variables de mayor relevancia para las simulaciones: PBI e inflación. De acuerdo con las últimas proyecciones de Macroconsult, el crecimiento económico esperado para el periodo 2022 y 2023 se revisó a la baja, sobre todo el año 2022 que, en lugar de crecer 3.3% (proyección de julio de este año), se ubicaría más cerca al 2.7%. En el 2023, el crecimiento continuaría desacelerándose y convergería a niveles del orden del 2%. Mientras tanto, la inflación nacional promedio del 2022 fue casi un punto más alta (8.3% vs 7.5% proyectada en julio) y para 2023 si bien se mantiene una trayectoria descendente a lo largo de este año, el promedio sería también más alto (4.3% vs 5.3%). No obstante, respecto de este último factor, lo más importante ha sido el aumento de precios de los alimentos que ha erosionado la capacidad adquisitiva de la población más pobre y vulnerable. El año pasado, el aumento fue poco más del 15% y en 2023 persisten presiones al alza producto de los retrasos en la campaña agrícola.
Segundo, las condiciones de inserción laboral se han visto afectadas negativamente, aunque con contrastes. La información del INEI al tercer trimestre del año muestra un crecimiento del empleo nacional en casi 4%, con zonas urbanas creciendo 6% frente a la trayectoria rural donde se registra una caída de 4%. Este último dato es relevante por su efecto en la pobreza en las localidades más alejadas y pobres. Al respecto, si bien era previsible una ligera corrección del empleo rural (producto del aumento durante la pandemia), de continuar esta caída (lo cual puede ocurrir si se agrava la sequía), el empleo se ubicaría incluso por debajo de los niveles prepandemia afectando la situación de pobreza en estas zonas durante 2023. Mientras tanto, en zonas urbanas si bien el aumento del empleo es una buena noticia, no debemos pasar por alto que su composición es tanto formal como informal. Como resultado, la tasa de informalidad se mantendría en la meseta de 70% que se alcanzó en 2021 y los salarios reales caerían ligeramente (la mayor inflación que compensa los aumentos en el ingreso nominal).
De esta manera, es posible que estas trayectorias recientes nos lleven al límite superior de nuestra proyección. Es decir, una pobreza cercana al 27% en promedio en los próximos dos años, aunque como se menciona en el documento es importante diferenciar las razones detrás del nivel de pobreza en cada año. En 2022, las tendencias habrían estado dominadas por el efecto inflacionario; mientras que, en el 2023 la pobreza no cedería por la pérdida de dinamismo de la economía. No obstante, es importante también advertir que la estimación supone que las acciones de compensación y asistencia social en 2022 habrían sido solo parcialmente efectivas por errores de focalización y tamaño de los beneficios. Si bien este es un supuesto que aún no puede verificarse por falta de información, es presumible que algo parecido ocurra con acciones similares incluidas en los planes Impulso Perú, Con Punche Perú y el Bono Sequía relevantes para 2023. En el documento se describen escenarios más optimistas que levantan este supuesto. En tales circunstancias, para revertir esta situación es importante que en el muy corto plazo se pueda retomar una agenda que revierta las tendencias descritas. Es decir, una agenda clara en favor del crecimiento económico y la generación de puestos de trabajo formales (en zonas urbanas), políticas públicas orientadas a mejorar las condiciones productivas y comerciales vinculadas a la agricultura (en zonas rurales), así como mayor espacio fiscal para programas de asistencia focalizados (sobre todo en el segmento vulnerable).