Por Luis García Miró Elguera
(Expreso, 18 de Junio de 2015)
La democracia criolla está cavando su propia tumba. Inducida por el letal correctismo político –un invento de la izquierda progre para apropiarse del control sociopolítico del Estado sin necesidad de haber sido electa para ello por el soberano- la nación soporta una cotidiana, miserable avalancha de impulsos mediáticos dirigidos a envenenarle la mente a la sociedad, so pretexto de una presunta campaña moralina socialista dizque dirigida a erradicar una corrupción presuntamente incrustada en todos los rincones del país. En rigor, el objetivo de la zurda caviar es debilitar el sistema democrático para abonarle el terreno al socialismo –los mismos rojos de siempre, aun reciclados como medioambientalistas, defensores de derechos humanos, paladines de la honestidad- que se apresta a dar el zarpazo para retornar al poder, envalentonado por el hartazgo de una aldea global cada vez más insegura. Un mundo absolutamente incapaz de solucionar gravísimos problemas como los de Medio Oriente o Europa del Este (donde Occidente ha entrado en colisión con una Rusia encabritada), salvo apelando a la Guerra Fría, exclusivamente por impericia de los mediocres líderes del primer mundo que hace ya una década gobiernan el planeta en forma empírica, necia y obviamente temeraria.
Las portadas y contenidos de la mayoría de diarios y revistas, al igual que los noticieros y programas de radio y televisión, son dinamita pura sembrada en los cimientos de la democracia peruana. El blanco preferido es el Congreso. Sin la menor duda la representación nacional es de espanto, pero es el reflejo de nuestra sociedad. Y si queremos un Parlamento de mejor nivel, primero debemos invertir decenas de miles de millones en Educación para, luego de un par de décadas, recién empezar a notar el cambio. Lo demás es pura demagogia. Hablamos entonces de un martilleo incesante dedicado a resquebrajar el Estado de derecho, poniendo en duda la ética del modelo político. Y aquello, señores, sólo incita a la población a volcarse a los antisistema, fundamentalmente en el caso de la juventud ajena a la trayectoria democrática y siempre ansiosa de cambios, inclusive violentos. Las portadas del diario El Comercio confirman nuestra afirmación. Para muestra un botón de la presente semana: “La popularidad del presidente y su esposase desploma”, “García y Toledo percibidos como los más corruptos”, “La mayoría cree que políticos se financian con dinero corrupto”. Con esta andanada de barro con ventilador, es evidente que la opinión pública ahondará su asco y desprecio a la clase dirigente y mirará con beneplácito a los antisistema que venden una imagen casta, siendo tan o más corruptos que el promedio de nuestra clase política.
Por si fuera poco, el presidente Ollanta Humala y su esposa Nadine han fabricado una estrategia de colisión con el Legislativo a manera de cortina de humo para esconder los graves cargos que vienen surgiendo como hongos en relación a las finanzas de la primera dama. Este sicosocial también fractura el sistema democrático, pues ahonda la repulsa ciudadana al Congreso. El drama lo veremos reflejado en las elecciones 2016.