LA CARA DE LA POBREZA EN EL PERÚ
La imagen que vemos representa la cara más descarnada de la pobreza en el Perú. A la izquierda tenemos la microfotografía de una neurona de un niño de seis meses que se encuentra en situación de desnutrición, mientras que a la derecha tenemos la microfotografía de una neurona de un niño de seis meses que se encuentra adecuadamente alimentado. No sé qué efecto produce en usted, estimado lector, pero cada vez que veo estas imágenes se me pone la piel de gallina.
La desnutrición infantil impide el desarrollo neuronal de los infantes, proceso que se da hasta los 36 meses de vida. Pasados los 3 años, si el niño no tuvo un adecuado desarrollo neuronal, el daño es irreversible y tiene efectos permanentes en la capacidad de aprender y en la salud para toda la vida.
A las pocas semanas de haber jurado como ministro de Economía, visité Ayacucho y me reuní con el alcalde de Tambillo, distrito de la provincia de Huamanga. El alcalde había logrado bajar la desnutrición infantil de más de 70% a niveles entre 30% y 40%. ¿Cómo lo hizo? El alcalde se paseaba por las casas, anotando el peso y talla de los niños en un cuadernito y hablando con los padres sobre hábitos de higiene y pidiéndoles que lleven a sus hijos a la posta si se enfermaban. Este cambio en el comportamiento de los padres, debido al monitoreo continuo, produjo una caída significativa en la desnutrición.
Teniendo en cuenta los resultados en Tambillo, empezamos a trabajar en la metodología de presupuesto por resultados, y el programa de nutrición fue uno de los cinco primeros que se implementaron. En este nuevo enfoque presupuestal, el énfasis no está en el sector que pide los recursos sino en los individuos que reciben el servicio. Se rompía con la lógica tradicional de asignar presupuesto a base de factores inerciales o políticos, sino en función de las necesidades de los ciudadanos. El primer paso era identificar las causas de la desnutrición, siendo por lejos las enfermedades broncopulmonares y estomacales las principales causas de la desnutrición. De allí se determinaron los instrumentos para evitar que los niños contrajeran estas enfermedades, y los dos instrumentos principales fueron la vacunación y la consejería a las madres para que siguieran buenos hábitos de higiene en la preparación de alimentos y cuidado de los niños y del hogar. Identificados los instrumentos había que dotar de los insumos, equipos, personal y de la logística necesaria para que el servicio integral llegara a los pobladores que lo necesitaran. Una vez que se tenía esto asegurado recién se asignaba el presupuesto.
Aquí se enfrentaban grandes desafíos institucionales: ¿cómo hacer para que distintos sectores coordinen acciones complementarias? ¿Cómo asegurar que los recursos se usen de manera correcta para los fines que se estipularon? ¿Cómo asegurarnos de que efectivamente se estaban obteniendo los resultados deseados? Todos estos retos implicaron diseñar nuevas reglas de asignación de gasto e implementar reformas al interior de los sectores. Gracias al esfuerzo y dedicación de funcionarios de carrera de todos los sectores involucrados, se pudo implementar un programa con resultados impresionantes. La desnutrición infantil se redujo de 28,5% en el 2007 a 19,5% al 2011 y la prevalencia de anemia en niños entre 6 meses y 3 años pasó de 56,8% a 41,6% para los mismos años.
Esta metodología fue abandonada por el presente gobierno. Las reglas impuestas para asegurar cumplimiento y el monitoreo permanente del buen uso de gasto se dejaron de lado. El presupuesto para atención social se ha incrementado varias veces, pero la cobertura de vacunas no ha variado un ápice. Es más, en el caso de rotavirus (contra la diarrea) la cobertura de vacunas ha caído en el último año. Como resultado de esta inacción, la desnutrición infantil se ha estancado y en algunas zonas rurales se ha incrementado. La anemia viene subiendo desde el 2011 y en el 2013 se llegó a 46,4%, subiendo casi 5 puntos.
¿Por qué los ministros no advirtieron al presidente Humala que la desnutrición infantil no se combate con desayunos escolares? ¿Por qué se descontinuó un programa que venía dando resultados espectaculares y que podía permitir al 2016 bajar la desnutrición infantil al 6% si se mantenía el incremento en cobertura de vacunas y de consejería? ¿Fue por miedo, desconocimiento o simple cálculo político? En cualquier caso, el daño es irreparable.
Publicado en El Comercio, 1 de abril de 2014.