Luis Carranza, Ex ministro de Economía y Finanzas
El Comercio, 16 de agosto de 2016
Más allá de los objetivos generales de bienestar expresados en el discurso de 28 de julio por parte del presidente Pedro Pablo Kuczynski, se requiere un compromiso firme del gobierno en metas concretas que debería ser claramente expresado por el primer ministro Fernando Zavala en su presentación ante el Congreso este jueves.
No solo es importante conocer las prioridades del nuevo gobierno, sino también qué tipo de instrumentos piensa emplear y qué resultados se esperan alcanzar para el 2021. El gobierno anterior no tuvo ninguna meta clara y por ello el país estuvo sin rumbo durante cinco años. En términos de crecimiento, por ejemplo, la actual gestión ha expresado algunas ideas sobre la recuperación económica, pero no queda claro cuál es el compromiso de tasa de crecimiento promedio para los cinco años ni cuáles serán los instrumentos que se van a utilizar.
El crecimiento anual en el período 2001-2006 fue, en promedio, 4,8%; en el período 2006-2011 fue de 6,9% y para el período 2011-2016 se estaría terminando con un crecimiento promedio de 4,5%, incluso por debajo del período 2001-2006, cuando se salía de una grave recesión. En el gobierno anterior, a pesar de que hasta el 2013 se tuvo un ritmo de crecimiento de inversión en minería con montos muy por encima de lo invertido en años anteriores, no se logró continuar con la generación de nuevos proyectos y, en general, la incapacidad gubernamental, la caída de las expectativas de los agentes económicos y la creciente regulación en todos los sectores terminaron frenando la inversión pública y privada.
¿Qué instrumentos se piensan usar para lograr esta reactivación económica? En el gobierno del presidente Alan García, se planteó una agenda ambiciosa de reformas que lograron sus objetivos. En el lado económico, se tuvo como objetivo el crecimiento de la inversión privada y la generación de empleo. La inversión privada creció en promedio más de 15% por año y se lograron crear más de dos millones de empleos. Los instrumentos, entre otros, fueron: las reformas en la apertura de la economía, en el marco tributario, en la mejora regulatoria y en los incentivos para las exportaciones no tradicionales.
En el primer caso, a través de reducciones arancelarias y tratados de libre comercio, el Perú logró posicionarse como la economía más abierta frente a sus pares en la región, luego de haber ocupado el penúltimo lugar en el 2005. Desde el 2011 no se ha avanzado y Chile, Colombia y México ya se están acercando. En el marco tributario, se flexibilizó la normativa y se eliminó el sesgo antiinversión para los nuevos proyectos al generalizar el régimen de recuperación anticipada del IGV. El gobierno anterior retrocedió en las reformas en vez de profundizar, y añadió discrecionalidad a la administración tributaria.
En términos de eficiencia del marco regulatorio para la inversión, también se ha retrocedido. En el ránking de facilidad para hacer negocios del Banco Mundial, en el 2006 nos ubicábamos en el puesto 71 en el mundo (Chile en el 25); con las reformas realizadas, logramos posicionarnos en el puesto 36, por encima de Chile, que quedó en el 43. En tres oportunidades estuvimos considerados por el Banco Mundial entre las diez economías con más reformas en el mundo.
El gobierno anterior no solo no siguió con el plan, sino que empezó a sobrerregular los sectores, además de tener un discurso antiinversión privada. Así, en el mismo ránking, en el 2016 caímos al puesto 50, y Chile nuevamente estuvo por delante del Perú. Lo peor de todo es que existía un plan elaborado para llegar al puesto 25 para el 2012. Sería interesante escuchar al primer ministro Zavala comprometerse a que en el 2021 estaremos entre las 15 o 20 economías más competitivas del mundo.
En el caso de los incentivos para la exportación no tradicional, la rebaja arancelaria junto con el mantenimiento del drawback permitieron impulsar un sector crítico para la generación de valor. Fue una política deliberada que funcionó, además de ser un mecanismo muy eficiente en términos de creación de puestos de empleo formales. El gobierno anterior, en el momento más complicado de las exportaciones, decide rebajarlo. En ese sentido, preocupan las recientes declaraciones de algunos ministros del actual gobierno que señalan que se mantendría el cronograma de rebajas. Deberíamos tener una definición clara respecto a este y otros sectores.
Además de los temas económicos, se debería exponer al país las metas en los temas de sostenibilidad fiscal, de infraestructura pública, de política social y de seguridad. Un firme compromiso al cumplimiento de las metas establecidas es condición necesaria, pero no suficiente, para pedir facultades legislativas.
Lampadia