En medio del debate sobre la pobreza, conviene reflexionar mirando las cifras y observando las circunstancias particulares.
Existe una relación compleja entre crecimiento y pobreza. Para bajos niveles de crecimiento, la pobreza no disminuye, incluso puede aumentar. Mientras que el crecimiento sea alto y sostenido, creando empleo y aumentado los ingresos, la reducción de la pobreza se acelera. Cuando la tasa de crecimiento se debilita, el ritmo de disminución de la pobreza también cae. Pero hay que tener en cuenta que tanto la pobreza como el crecimiento son variables que dependen de las acciones y políticas que se implementen. Así, una buena carretera que conecte mercados generará mayor actividad comercial, por tanto mejores ingresos y más empleo, con lo cual tenemos mayor crecimiento y menor pobreza. Por ello, lo importante es entender los mecanismos por los cuales se reduce la pobreza.
Inversión privada y productividad. Este es el mecanismo más potente y sostenible para reducir la pobreza. La mayor inversión y productividad genera más empleo y más ingresos. En el período 2001-2006, la inversión privada creció solamente 7%, de allí que la pobreza se reducía a tasas bajas, mientras que en el período 2006-2011 el crecimiento anual promedio de la inversión privada fue de 14,6%, y si no consideramos el año de crisis 2009, el crecimiento promedio fue de 20%, por lo que la pobreza se reducía aceleradamente. Recientemente la inversión solo está creciendo al 3,9%. ¿Por qué? Ya tenemos los primeros nombres para la pobreza: desconfianza, trabas burocráticas y falta de competitividad.
Veamos el contraste entre Apurímac y Cajamarca. En el 2005, Apurímac era uno de los departamentos con mayor pobreza en el país con 73% y llegó al 2010 con niveles de 63,1%, pero gracias a la inversión minera los niveles de pobreza en Apurímac han bajado en más de 20 puntos a 42,8% en el 2013. Por otro lado, Cajamarca hace el camino inverso a Apurímac, entre el 2005 y el 2010, redujo su pobreza en 20 puntos, pero, debido a la paralización de la inversión minera, la pobreza subió en los años siguientes y se sitúa hoy en 52,9%, convirtiéndose en el departamento más pobre del Perú. Otro nombre más de la pobreza: movimientos antimineros.
¿Qué pasó en Amazonas y San Martín? En ambos departamentos la pobreza subió en 2,8 puntos y 0,4 puntos, respectivamente en el 2013. Son departamentos cafetaleros que vieron afectada su producción por la presencia de la plaga de la roya, que no fue contrarrestada a tiempo por el Ministerio de Agricultura. Más nombres para la pobreza: incapacidad y falta de gestión.
Infraestructura. El gasto en infraestructura tiene un extraordinario impacto en la competitividad del país, facilitando la inversión privada, creando empleo y mejorando ingresos. La inversión pública creció entre el 2006 y el 2010 a un ritmo promedio anual de 24%. En el período reciente muestra tasas decrecientes y el propio gobierno estima que en lo queda del período crecerá solo a 10%. Tienen un enfoque muy restrictivo de la inversión pública, no haciendo todo lo que se puede: cambiaron la Ley de Responsabilidad Fiscal, recentralizaron recursos y privilegiaron políticamente al gasto corriente. Tenemos otro nombre para la pobreza: falta de visión.
Gasto asistencial. El actual gobierno ha usado intensivamente este canal. El INEI reconoce en su nota de prensa (065-02 mayo 2014) que las transferencias de programas sociales han crecido 27% y que esto ha llevado a un aumento del gasto de 6% del 30% más pobre de la población. El propio ministro de Economía reconoce que este canal es el privilegiado por el gobierno porque según ellos el mercado no llega a las zonas aisladas. Este canal asistencialista no genera la salida permanente de la pobreza. El gran problema de priorizar este instrumento es que se convierte en un fin en sí mismo. Los cafetaleros de Amazonas y San Martín no necesitarían de transferencias del gobierno si se hubiese atendido a tiempo la plaga. En Arequipa la pobreza ha llegado al 9% por la inversión y no por asistencialismo.
El gobierno insiste en un discurso de inclusión social, que desgraciadamente no es acompañado por las cifras. El crecimiento se ha desacelerado y los indicadores sociales no están mejorando como deberían. Antes de buscar excusas en causas externas no controlables deberían entender las razones fundamentales de estos resultados: menor inversión privada y problemas de gestión pública.