Luis Carranza, Ex ministro de Economía y Finanzas
El Comercio, 05 de enero de 2016
“Le preguntan a un ingeniero y a un economista cuánto es 2 + 2. Luego de tres segundos, el ingeniero responde 4. Mientras que el economista, después de 10 minutos y varios cálculos, pregunta: ¿cuánto quieres que salga?”.
Estimado lector, si el chiste anterior no le ha causado risa es porque los chistes para economistas tienen propósito educativo. Veamos cómo aplicamos este chiste a nuestra economía.
Cuando se juntan factores productivos como maquinaria y equipos (factor capital) y mano de obra (factor trabajo) en un proceso productivo, obtenemos bienes y servicios. El crecimiento de esta producción es lo que llamamos crecimiento económico.
¿Puede darse el caso que pese a que crece el capital y el trabajo produzcamos menos? Esto es, ¿puede ser que 2 + 2 sea menor a 4 o incluso negativo? Sí. Esto nos ocurrió en la década de 1980, cuando el crecimiento anual promedio del PBI por habitante registró una tasa negativa de -0,5%. ¿Por qué sucedió esto? Las malas políticas macroeconómicas nos llevaron a utilizar nuestro capital y nuestra mano de obra en actividades especulativas o poco rentables.
¿Puede ser 2 + 2 mayor a 4? Por supuesto. En la última década creció nuestro capital y nuestro empleo, pero la producción creció bastante más. Del 2001 al 2011 el aumento del capital aportó un crecimiento promedio anual de 1,9%, mientras que el empleo aportó una tasa promedio anual de crecimiento de 1,4%, pero el crecimiento económico fue de 5,7%.
Esta tasa de crecimiento del PBI por el doble de lo que aportaron los factores productivos se explica por lo que se llama la productividad total de factores. Para ponerlo en términos simples, en la década pasada 2 + 2 fue igual a 8.
¿Por qué? En términos generales, existen varias razones para ello.
Primera, porque en la medida en que existe competencia y se van eliminando las barreras a la inversión, asignamos mejor nuestros factores productivos.
Segunda, porque cuando crecemos en tamaño aprovechamos economías internas a escala, entonces podemos ser más eficientes al reducir los costos unitarios o podemos adoptar tecnología o procesos más eficientes que se justifican por la mayor escala.
Tercera, porque cuando crecemos podemos aprovechar las economías externas, entonces reducimos costos logísticos al compartir muchos la misma infraestructura, mejoramos la calidad de nuestra mano de obra al existir una mayor demanda derivada de empleo calificado y porque los proveedores a su vez crecen y pueden ofrecer mejores productos a menor precio aprovechando sus propias economías a escala tanto internas como externas.
Veamos el caso peruano. Lamentablemente no tenemos capital por sector productivo, por lo que no podemos analizar la productividad total de factores, pero sí podemos usar la productividad laboral. Es decir, ver cuánto creció la producción promedio de cada trabajador.
¿Cuál ha sido el sector con mayor crecimiento de la productividad laboral? ¿Habrá sido la minería por aquello de los altos precios de las materias primas? No. El sector con mayor crecimiento de la productividad laboral fue el sector agrícola, que pasó de un PBI real de S/.3.915 por trabajador en el 2001 a un PBI real de S/.5.701 por trabajador en el 2011 (medido con soles constantes del 2007). Es decir, un crecimiento de casi 50% de la productividad por trabajador durante el período.
Esto es muy relevante porque este es el sector con menor PBI por trabajador y este aumento de productividad se ha traducido en mejores salarios y mayor empleo. Pero además en nuestra economía hemos tenido otros sectores con importantes incrementos en la productividad laboral, como construcción, manufactura y servicios.
Lo interesante de este crecimiento es que han logrado reducir la participación del empleo en el sector agrícola, pasando de una participación de 33,1% del empleo total a 25,8% en un mismo período de tiempo. Este es un cambio estructural de nuestra economía fundamental en la última década.
¿Qué ha ocurrido con esta suma durante este gobierno? Como se fue trabando a la inversión privada, se desaceleró la inversión en infraestructura y se fue perdiendo competitividad, ahora tenemos nuevamente que 2 + 2 es menor a 4.
Todas las experiencias de rápido crecimiento, ya sea en Asia o en la Europa de la posguerra, están basadas en fuertes aumentos de productividad. Eso solo es posible si implementamos reformas estructurales y políticas públicas que faciliten la inversión y promuevan la competencia. Estas medidas no son fáciles de implementar porque afectan intereses creados, de allí que el siguiente gobierno deberá tener la capacidad técnica de diseñar las reformas y la capacidad política de aplicarlas, pero además es indispensable el respaldo político para sostenerlas en el tiempo. Nuestro país no se merece otro gobierno mediocre.