Luis Carranza, Ex ministro de Economía y Finanzas
El Comercio, 21 de junio de 2016
En 1593 para lograr acceder al trono de Francia, Enrique de Navarra se vio obligado a convertirse al catolicismo. En esas circunstancias, se le atribuye la frase “París bien vale una misa”. El acto de renunciar a su fe fue un gesto de realismo político necesario para conseguir ser coronado rey en un país que estaba inmerso en medio de una guerra religiosa. A partir de allí, el rey Enrique IV inicia un proceso de reconciliación, aceptando al catolicismo como religión oficial de Estado, pero permitiendo la libertad de culto.
Varios siglos antes, otro Enrique IV, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, entró en conflicto con el papa Gregorio VII por el nombramiento de obispos. Dada la continua desobediencia de Enrique IV, el papa decide excomulgarlo. Ante este hecho, un grupo de nobles intentó deponer a Enrique IV. El muy taimado rey inició una peregrinación para reunirse con el papa, llegando al Convento de Canossa el 25 de enero de 1077. Permaneció descalzo durante varios días hasta que el papa se vio obligado a recibirlo y otorgarle el perdón. De regreso a Alemania, una vez conjurado el peligro, reanudó sus disputas con la Iglesia. Este conflicto de investiduras se demoró 100 años más en resolverse.
Al momento de escribir este artículo, han pasado 11 días desde que Pedro Pablo Kuczynski (PPK) es reconocido públicamente por todos los peruanos como presidente electo, pero todavía no hemos visto un encuentro entre PPK y Keiko Fujimori, quien perdió por un estrecho margen. La relevancia de este encuentro radica en que el partido Fuerza Popular tiene mayoría absoluta en el Congreso, por lo cual resulta sorprendente que PPK y los líderes de su agrupación –políticos con amplia experiencia– no se den cuenta de que se requiere de gestos y actitudes para poder efectivamente pasar la página y concretar una agenda mínima.
Dentro del partido Peruanos por el Kambio pueden pensar que no es necesario hacer ningún tipo de gesto y que el peso de la opinión pública obligará a Keiko Fujimori a sentarse a dialogar. Pero no se dan cuenta de que ese es el peor escenario para ellos, porque en esa reunión, forzada por las circunstancias, no saldrá ninguna agenda ni nada concreto y será un acto protocolar.
¿Por qué es necesario acordar una agenda mínima? Existen cuatro tipos de leyes. La primera categoría son leyes irrelevantes, por ejemplo, declarar de interés alguna obra. Son leyes declarativas sin ningún impacto real.
La segunda categoría son leyes para el funcionamiento normal de la actividad pública o alguna mejora en alguna función del Estado, por ejemplo, la Ley de Presupuesto o leyes para mejorar la seguridad ciudadana. Tanto la primera como la segunda categoría serán aprobadas por el Congreso, algunas con mayor costo de transacción política que otras.
El tercer tipo son leyes de reforma de nuestro sistema político y económico. Son leyes necesarias para avanzar como país y mejorar el bienestar real de la población en el largo plazo. El problema con estas leyes es que en el corto plazo pueden generar costos para algún grupo de la población o son percibidas como leyes que perjudican; por ejemplo, la famosa ‘ley pulpín’.
Como estas reformas hacen que el gobierno pierda capital político, deben priorizarse muy bien y enfocarse solo en unas cuantas. ¿Creen en Peruanos por el Kambio que recibirán el apoyo de los congresistas, cualquiera que sea su bancada, para este tipo de leyes? ¿Creen que podrán conseguir el apoyo del Frente Amplio y así arrinconar mediáticamente a Fuerza Popular para aprobar una reforma laboral?
La cuarta categoría son las leyes populistas que son aprobadas por amplia mayoría, que cuentan con alto respaldo de la población, pero que afectan negativamente al crecimiento de largo plazo del país. ¿Se acuerda, amable lector, de la Ley de Descentralización? Incluso se cantó el himno nacional en el Congreso luego de su aprobación. ¿Cuáles han sido los resultados? ¿Cómo nos quejamos ahora? Hasta el ex presidente Alejandro Toledo reconoce que fue un grave error.
La agenda mínima debería justamente definir las reformas que se quieren hacer y coordinar para evitar que los populismos de siempre terminen manejando la agenda legislativa.
Los dos Enriques hicieron gestos políticos extremos para consolidar o conseguir el poder y así gobernar según su mejor saber y entender. ¿Cuáles son los gestos necesarios de parte de PPK? ¿Ya se pasó la oportunidad de acordar esa agenda mínima? ¿O terminaremos como en la paradoja de Abilene? Camino a un sitio donde nadie quiere estar.
Lampadia