Después de perder tres años, el propio gobierno reconoce que la economía se ha desacelerado. Aunque en un inicio se intentó culpar exclusivamente al contexto externo, se terminó aceptando la realidad y se promulgó recientemente una ley que retrocede parcialmente en algunos de los cambios absurdos que se habían implementado. En ese contexto es bueno reflexionar sobre la pertinencia de los modelos económicos.
Cuando intentamos comprender la realidad construimos modelos que la simplifican. Los modelos por definición son abstracciones y por tanto no son reales, serán útiles o no en la medida en que estén bien construidos. A través de un proceso deductivo podemos anticipar qué ocurrirá si realizamos ciertas modificaciones o entender el impacto de determinados fenómenos. Es decir, sacamos conclusiones del modelo que se pueden contrastar con la realidad.
A través de un proceso inductivo tomamos datos, cifras y otras evidencias de la realidad y eso nos sirve para modificar los modelos que tenemos o crear nuevos modelos. Por eso se afirma que la ciencia avanza cuando la realidad nos presenta inconsistencias o surgen paradojas que no se pueden explicar con el conocimiento existente.
En economía, cuando pensamos en las causas que promueven el crecimiento de los países, lo hacemos con un modelo del cual se derivan ciertas recomendaciones de políticas e instituciones ideales que deberían llevar a un aumento sostenido de la actividad económica. Lo complejo del tema en economía es que estas instituciones evolucionan en el tiempo en función de decisiones que toman personas que tienen el poder en una sociedad. A su turno, las decisiones de invertir, ahorrar y trabajar las toman una multitud de personas que responden ante los incentivos y restricciones que imponen las instituciones existentes y las políticas implementadas. Por tanto, la pregunta relevante para aquellos que tienen el poder es: ¿qué instituciones y políticas promueven mayor inversión, mayor esfuerzo y mayor innovación?
Cuando al inicio del gobierno se planteó la tesis “incluir para crecer”, se estaba cuestionando el modelo anterior y se pensaba que hay que redistribuir y transferir recursos de unos a otros para acelerar el crecimiento. Los datos que nos da la realidad es que ese modelo no funciona. Ni en su versión más extrema, como Venezuela o Argentina, ni en su versión más edulcorada como Brasil. En el Perú, se intentaron algunas medidas en esa línea, con políticas asistencialistas, aumentando la regulación en sectores y mercados claves, e intentando ampliar la presencia del Estado en la economía.
Ese giro en las políticas es lo que ha logrado desacelerar la economía. Parece que por razones de sesgo cognitivo no se entiende que las políticas asistencialistas no reemplazan ni sustituyen a la inversión privada, y que se puede hacer lo uno sin descuidar ni afectar lo otro.
Algunos piensan que la desaceleración se produce porque el modelo “primario exportador” se ha agotado. Y aquí caemos en dos errores, primero es que no es decisión del modelo exportar materias primas, es nuestra realidad. El modelo propone políticas de crecimiento que se sustentan en apertura y liberalización de los mercados, fortalecer la propiedad privada, incentivar la inversión, mantener la estabilidad económica, entre otras políticas. Luego, la acción de la gente llevará a la decisión de producir e invertir en sectores que sean más rentables, como minería, agroexportación, manufactura o cualquier otro sector, tal como lo demuestra la evidencia empírica.
El segundo error no es conceptual sino es una paradoja. El modelo no está agotado, lo que pasa es que los encargados de implementar las políticas son los que se agotan o se desaniman. Desde ese punto de vista, al reconocer los errores de gestión, el paquete legislativo es positivo.
Más allá de las críticas válidas que se pueden hacer sobre lo insuficiente de las medidas, sobre la demora en presentarse o tal vez la ausencia de medidas de estímulo de demanda en el corto plazo, lo importante es que se sigue el rumbo correcto. Es importante que se continúe profundizado este tipo de reformas que son las que requiere el Perú para consolidar un crecimiento alto y estable.