Por: Luis Carranza
Perú21, 25 de febrero del 2024
“Gobiernos responsables trabajaban en recuperar el crecimiento y la estabilidad, y cuando lo lograban, regresaban los populistas de siempre a despilfarrar los ahorros e imponer políticas confiscatorias que volvían a destruir los incentivos a invertir”.
Sísifo es el personaje de la mitología griega castigado por los dioses que todos los días se levanta y empuja una gran piedra hasta la cima de una montaña y, cuando está por llegar a la meta, la piedra vuelve a caer hasta el punto de partida, para luego volver a empezar con el mismo resultado una y otra vez.
Albert Camus usa este mito para mostrar los problemas existenciales de los seres humanos, la falta de propósito en una vida rutinaria. Pero este mito también puede ser útil para mostrar las trampas del populismo al desarrollo de los países, ya que, cuando pensábamos que ya habíamos aprendido las lecciones de la economía, volvemos a caer en los mismos errores, volvemos a ver la piedra rodar hasta el final del hoyo y luego tener que emprender la amarga tarea de intentar sacar la piedra y estamos como Sísifo repitiendo inexorablemente el mismo ritual, gracias al castigo del dios del populismo.
En términos relativos a la economía global, América Latina está totalmente estancada. Respecto al PBI mundial y al comercio internacional, en 1970 América Latina representaba 7.3% y 5.5%, respectivamente. Después de más de 50 años, las cifras prácticamente se mantienen iguales, aunque con grandes diferencias entre países.
Hemos salido de situaciones muy complicadas y, cuando pensábamos que nuestros países ya se enrumbaban a la prosperidad, caíamos nuevamente en el populismo. Al inicio, las políticas redistributivas excesivas y absurdas generaban una mejora temporal en la población, que aplaudía y votaba por los gobiernos populistas, hasta que la falta de inversión nos llevaba a desequilibrios de alta inflación y alto desempleo. Es decir, cual Sísifo, veíamos regresar a la piedra al punto de partida luego de un enorme sacrificio.
Y, nuevamente, gobiernos responsables trabajaban en recuperar el crecimiento y la estabilidad, y cuando lo lograban, regresaban los populistas de siempre a despilfarrar los ahorros e imponer políticas confiscatorias que volvían a destruir los incentivos a invertir.
Veamos nuestro caso. Sufrimos una fuerte hiperinflación en los 80 que destruyó nuestro poder adquisitivo y bienestar como país. Una de las causas fueron los fuertes déficits de empresas públicas gestionadas de manera populista. Sin embargo, como sociedad, nos quedamos callados cuando el Sr. Humala decide hacer esta absurda Refinería en Talara que terminó quebrando a Petroperú. Y, como este, tenemos muchísimos ejemplos de pésimas decisiones populistas que están destruyendo nuestra capacidad de generar prosperidad. ¿Por qué no aprendemos las lecciones?
Miremos a otros países. Por ejemplo, Argentina. País líder en el crecimiento mundial hace 100 años y ahora un país con alta inflación, crecimiento nulo y pobreza en aumento. Los argentinos eligieron esos gobiernos peronistas y sus derivados de manera mayoritaria las últimas décadas. Ahora, con la piedra en el fondo del hoyo, se despiertan para volverla a empujar, con medidas durísimas pero indispensables. ¿Cuánto les tomará salir del hoyo? Si Argentina hubiese mantenido en términos relativos su PBI frente al de EE.UU., como sí lo ha hecho Australia, hoy tendrían tres veces más de ingreso por habitante y serían una nación del primer mundo.
El caso de nuestro vecino Bolivia también es interesante. Salieron de la hiperinflación de los 80, implementaron las medidas de estabilidad y, cuando empezaba la época de altos precios de materias primas, caen en manos del gobierno populista de Evo Morales, que se dedicó a distribuir los ingresos a la población a través de bonos, a inflar el aparato del Estado y destruir los incentivos a la inversión privada.
Después de haber acumulado una reserva de más de 15 mil millones de dólares en 2014, que representaba 45% de su PBI, ahora prácticamente está sin reservas porque mantuvo políticas populistas cuando los precios y la producción de los recursos naturales ya venían en caída. Ahora la piedra está llegando al fondo del hoyo a pasos acelerados. El gobierno de Arce no tomará ninguna medida adecuada para resolver la crisis y estará colocando parches para llegar a la elección de 2025. Pero lo más probable es que la crisis estalle en toda su magnitud este año y los bolivianos tengan que volver a vivir lo que sufrieron en los 80: recesión, restricciones, mercados cambiarios paralelos, inflación oculta, destrucción del valor real de los salarios y un significativo aumento de la pobreza.
¿Cuál es el antídoto para romper esta maldición populista? ¿Cómo hacer que nuestro Sísifo termine de alcanzar finalmente la cima de la montaña? En el próximo artículo veremos cómo algunas sociedades han logrado o están logrando romper la maldición populista.