¿Por qué crecen algunos países mientras que otros se mantienen estancados? ¿Por qué hay milagros económicos y desastres económicos? Singapur es un claro ejemplo de milagro económico. En los años 60 era similar al Perú en términos del total producido respecto a su población. Ahora es seis veces más rico que nosotros. Argentina es el ejemplo de desastre económico más común en los libros de texto. A inicios del siglo XX era una de las economías más ricas del mundo, ahora es un país de ingreso medio, con agudos problemas financieros. ¿Qué hizo diferente Singapur? ¿Cuáles fueron los problemas en Argentina?
El crecimiento, entendido como el aumento del producto por habitante, proviene de dos fuentes fundamentales. El aumento del capital, tanto físico como humano, y de la productividad. En el caso peruano, que ha sido un caso de éxito en la década pasada, en términos gruesos la mitad del crecimiento provino del aumento de la productividad. Esto es, no solo invertimos más, sino que además usamos mejor los factores productivos. ¿Por qué ocurren estos aumentos de productividad? ¿Qué hace que unas economías sean más productivas que otras?
Las razones tienen que ver con las instituciones y las estructuras de incentivos que existen en un país para invertir y esforzarse. Hay políticas públicas que destruyen los incentivos a trabajar, a invertir y a esforzarse que son decisiones que toman los individuos. Esas políticas públicas destruyen la semilla del crecimiento económico. Por el contrario, políticas públicas que fomentan la competencia y que promueven la acumulación de capital son políticas que generan crecimiento en el largo plazo de manera sostenida.
Hay instituciones y marcos normativos que buscan “proteger” a un lado del mercado, pero que terminan destruyendo ese mismo mercado, afectando negativamente a los que supuestamente intentaba proteger. Un ejemplo reciente ocurre en España. ¿Qué tipo de instituciones y leyes te llevan a tener aumentos generales de salarios, en medio de un desempleo histórico? ¿Qué incentivos tendrán las empresas a invertir? Pero más importante resulta preguntar ¿cuántas empresas pueden sobrevivir a una caída de sus ventas, aumentos del costo de la energía y encima aumentos de los salarios?
Asimismo, hay políticas que tienen buenas intenciones y que parecen coherentes, pero terminan siendo nefastas. Un claro ejemplo es tratar de fomentar la clase media, con la idea de crear un mercado interno más grande que genere demanda por productos locales. Se piensa que de esta manera se puede empezar la industrialización, porque como economía primario-exportadora no saldremos del subdesarrollo. El típico recetario de esta “estrategia” consiste en cerrar la economía para generar demanda por productos manufacturados localmente y a la vez ejercer presión pública, fomentando mecanismos de negociación centralizados para aumentos salariales. Según esta visión entramos a un círculo virtuoso de crecimiento sostenido.
Examinemos un poco los incentivos de los agentes económicos bajo estas políticas. Los trabajadores, que tienen poder de negociación y que probablemente no serán despedidos, tendrán incrementos salariales que no corresponden ni con la realidad del mercado laboral del país ni con su productividad laboral. Como una empresa así no puede operar, se tendrá que recurrir a aumentos de precios de este producto en un mercado cerrado, garantizándole un margen. Por tanto, el empresario no tiene incentivo a innovar ni a invertir. Esta ineficiencia se empieza a multiplicar a otras esferas para apuntalar al sector “estratégico”, entonces se tratará de proveer crédito barato (lo cual termina matando al ahorro) y darle tipo de cambio subsidiado (castigando a las exportaciones, lo cual deriva en colapsos cambiarios), y así sucesivamente. El supuesto círculo virtuoso termina siendo un tobogán al desastre. Esto fue exactamente lo que le pasó a Argentina.
La ruta a la prosperidad y el bienestar de todos los peruanos pasa por mantener las condiciones para un crecimiento fuerte y sostenido. El objetivo de la columna será, al margen de los ruidos políticos de corto plazo, reflexionar sobre lo que necesitamos como país para alcanzar la prosperidad.