Luis Carranza
Perú21, 29 de diciembre del 2024
«Hemos visto a lo largo de los últimos años el deterioro continuo de las instituciones públicas, porque los poderes políticos están siendo manejados por intereses subalternos y no por la búsqueda de la prosperidad de la sociedad peruana”.
Como individuos, ¿cómo construimos nuestro camino?, ¿cómo decidimos convertirnos en ingenieros, abogados, artistas o deportistas? O, por el contrario, ¿cómo decidimos ser emprendedores o dedicarnos a una determinada actividad? Existen muchos factores que fueron moldeando nuestras decisiones o que las están moldeando aún en tiempo presente. Por un lado, tenemos nuestras preferencias; por otro lado, nuestras habilidades naturales, y finalmente está la influencia de determinadas personas, que en la mayoría de los casos suelen ser nuestros padres, que lo hacen analizando ciertos parámetros, como dónde podremos encontrar trabajo o porque quizás quieran que sigamos su camino. Al final del día, si somos exitosos o no, dependerá únicamente de cuánto esfuerzo pongamos nosotros mismos.
Lo mismo ocurre con nuestro país. Para presentar la visión de nuestro país en el encuentro anual de CADE de este año, se revisaron documentos y propuestas institucionales; se conversó con líderes en varias regiones, con emprendedores, así como con jóvenes líderes de CADE, y con estudiantes de varias universidades públicas de las regiones. Encontrando grandes coincidencias en estos diálogos, podemos empezar a construir la visión de nuestro país con base en la intersección de tres pilares: (i) las potencialidades que tenemos como país —dada nuestra ubicación geográfica y nuestras riquezas naturales, tenemos ciertas condiciones iniciales para empezar el despegue del crecimiento económico, fundamentalmente en la minería y la agroexportación—, (ii) nuestros valores culturales, nuestra historia milenaria, nuestras habilidades y capacidad emprendedora, y (iii) el contexto global que enfrentamos en función de las nuevas tendencias en términos tecnológicos y económicos que están ocurriendo y que condicionarán el crecimiento del Perú (ver figura 1).
Hay que entender que todo esto es dinámico. Por ejemplo, hace 25 años, el centro de producción y comercio global estaba en el hemisferio norte, en países de la OCDE. Nuestra posición geográfica no era relevante. Ahora el principal socio comercial de Sudamérica es China, y Asia seguirá creciendo desplazando a occidente, por lo que nuestra posición geográfica como hub logístico podría jugar un rol fundamental en el creciente flujo comercial entre Asia y Sudamérica.
Pero, para cristalizar esta visión de prosperidad, tenemos que prepararnos. Al igual que en el caso de las personas, podemos tener grandes habilidades para tal o cual profesión que, además, nos puede gustar muchísimo y puede existir un mercado laboral muy bien remunerando para dicha profesión; pero, si no estudiamos, no nos esforzamos y no trabajamos duro, no lograremos la meta de ser profesionales exitosos. Eso que es tan evidente a nivel de las personas, también ocurre a nivel de los países.
Dadas nuestras potencialidades, nuestros valores y el contexto global, tenemos grandes posibilidades de enrumbarnos a la prosperidad, pero tenemos que trabajar en una serie de elementos claves para consolidar esa visión y plasmarla en una realidad. Durante la reunión de CADE se hicieron una serie de propuestas para ir avanzando en una reforma política, en mejorar la seguridad jurídica, para tener un verdadero servicio civil meritocrático, para mejorar la eficiencia de las instituciones públicas reduciendo los costos y simplificando los procesos, para cerrar las brechas de infraestructura disponiendo de mayores recursos y agilizando la ejecución, en mejorar el capital humano de los peruanos con políticas de salud y educación consistentes, en avanzar en mayor formalidad, en reducir los crecientes problemas de inseguridad pública, y en continuar mejorando la integración al mundo y la adopción de tecnología.
Ahora bien, quedó claro que el esfuerzo de construir este camino a la prosperidad debe ser un esfuerzo colectivo en el que no solamente se presenten ideas, sino que logremos la implementación y las mejoras institucionales necesarias para avanzar como país.
Hemos visto a lo largo de los últimos años el deterioro continuo de las instituciones públicas, porque los poderes políticos están siendo manejados por intereses subalternos y no por la búsqueda de la prosperidad de la sociedad peruana. Nuestras instituciones, que deben ser inclusivas, están siendo reemplazadas por instituciones disfuncionales, donde lo único que importa es el clientelismo político, la corrupción y la ideología.
Todos como sociedad tenemos que encontrar los mecanismos para enderezar el curso de nuestro país y enrumbarlo hacia la prosperidad. Más allá de la participación en elecciones, lo relevante es la activa participación ciudadana monitoreando a las autoridades elegidas, llevando propuestas legislativas de simplificación y eficiencia, y levantando mediáticamente los casos de corrupción y de clientelismo político. Ese es el gran reto que tenemos como país para este año que comienza.