Luis Carranza, Ex ministro de Economía y Finanzas
El Comercio, 16 de febrero de 2016
Todos observamos que los gallos cantan al amanecer. Estos dos eventos están correlacionados. Establecer la causalidad en este caso es muy sencillo: la salida del sol es lo que produce el canto del gallo.
Para establecer la correlación de dos eventos, necesitamos solo la observación de la realidad. Sin embargo, para establecer la causalidad, necesitamos un análisis de la realidad y, mediante un proceso inductivo, identificar las leyes que gobiernan el comportamiento de las variables que estamos estudiando.
Este esfuerzo heurístico nos lleva a construir modelos de cómo funciona la realidad. Luego, con estos modelos podemos hacer deducciones de cómo se comportarán las variables cuando tenemos ciertos eventos.
Apliquemos esto al comportamiento de los salarios. En países desarrollados vemos que existe alta productividad y altos salarios. Además, en países que han crecido aceleradamente en las últimas décadas vemos que los aumentos de productividad están correlacionados con aumentos de los salarios. Veamos dos modelos distintos que interpretan esta realidad.
En el primer modelo conceptual, al cual llamaremos hipótesis del mercado interno, la causalidad va de salarios a productividad. En esta estructura, el aumento de salarios produce un incremento del mercado interno, lo cual aumenta la demanda interna y se incrementa la producción de las empresas locales, las cuales aprovechan las economías de escala para producir más, mejorando su productividad.
En el segundo modelo conceptual, al cual llamaremos hipótesis de la eficiencia, la causalidad va de la mejora en la productividad al aumento del salario. En esta estructura, la mejora en la productividad genera una reducción de los costos, por lo que las ganancias se incrementan. Esto se traduce en más inversión y aumenta la contratación de mano de obra. Por lo tanto, el empleo empieza a crecer y después aumentan los salarios.
Si asumimos como cierta la hipótesis del mercado interno, entonces la recomendación de política sería incrementar los salarios y así llegar al desarrollo. Lo que ocurrirá en esta economía es que los costos de las empresas subirán.
Para las empresas que compiten con el exterior (sector transable porque son exportadoras o importadoras), este aumento de costos no lo pueden trasladar a precios y sus márgenes se evaporan, reduciendo inversiones y en algunos casos despidiendo trabajadores. Si las empresas no compiten con el exterior, entonces aumentarán los precios de los bienes y servicios, con lo cual tenemos efectos de segunda ronda de aumento de costos que afectarían aun más a los sectores transables.
Este aumento del salario disociado de la productividad producirá efectos negativos en empleo en la economía. La respuesta de política económica ante esta situación debería ser la de flexibilizar el mercado laboral, pero usualmente se hace todo lo contrario, se recurre al proteccionismo de la industria local, subsidios indiscriminados, entre otras herramientas de política industrial para evitar la pérdida de empleo. Esto termina destruyendo la productividad del país y generando grandes distorsiones y desequilibrios en toda la economía.
Por otro lado, si asumimos la hipótesis de la eficiencia, las respuestas de política van en torno a facilitar la inversión de las empresas, a favorecer la competencia, a crear infraestructura que reduce costos logísticos, entre otras medidas, siendo las fuerzas del mercado las que determinan los aumentos salariales.
A este proceso algunos políticos lo llaman despectivamente “la teoría del chorreo”, y hablan sin tapujos de incrementar el salario mínimo y de aumentar la rigidez del mercado laboral. Estos políticos no entienden cómo funcionan las leyes del mercado y, pese a las buenas intenciones, terminan condenando a sus sociedades a la miseria.
Existe abrumadora evidencia de que apostar por la productividad es lo que ha generado aumentos de salarios y, en general, ha llevado a los países a prosperar, desde los lejanos casos de Singapur y Corea del Sur, hasta los más cercanos ejemplos de lo que sucede con nuestra agroexportación.
Si por decisión política queremos que amanezca más temprano y entrenamos a los gallos para que canten a medianoche, lo único que conseguiremos es confundir a nuestros agricultores y enloquecer a los pobres animales, pero el sol siempre saldrá cuando le toque salir. Las leyes que gobiernan los movimientos de los planetas, así como las leyes de la economía, no se determinan por decreto. Lampadia