Por Luis Carranza
(El Comercio, 04 de agosto de 2015)
Luego del mensaje del 28 de Julio y la secuela de declaraciones del presidente Humala y de varios de sus ministros, me queda la sensación de que el gobierno cree que está aprobando con nota aceptable su gestión. El recuento de los logros hecho por el presidente y sus ministros, así como la larga seguidilla de problemas y excusas que presentan, me hacen recordar la legendaria frase de un alcalde mexicano que al terminar su gestión afirmó concluyentemente: “Se hizo el 100% de lo que se pudo”.
Sin embargo, la sensación de los agentes económicos es que el gobierno ha retrocedido en reformas estructurales y, por tanto, está jalado; mientras que para otros analistas políticos estaríamos pasando con once y que eso tampoco está tan mal porque nos pudo ir peor. La verdad es que el Perú no se merece gestiones que apunten a pasar raspando, ni que nos digan que “los frutos se verán más adelante” o que “el futuro gobierno deberá continuar las reformas”. Resultarían hilarantes estas frases si es que detrás de esto no hubiera millones de empleos que no se han generando y, por tanto, millones de personas que no han salido de la pobreza.
En el lado económico, se nos dice que el crecimiento, que según el consenso de analistas estará entre 2% y 3%, estaría por encima del de América Latina, cuya tasa de crecimiento se estima en 0,5%; por tanto, deberíamos estar complacidos con los resultados y con los esfuerzos del gobierno. Analicemos en detalle esta afirmación.
Existen tres grupos de países en América Latina. En el primer grupo tenemos a países que en la década pasada crecieron a altas tasas porque los altos precios de las materias primas les sirvieron para inflar el gasto corriente, generando un impulso de demanda que aumentó temporal y artificialmente el crecimiento. Así, en el período 2006-2011 Argentina creció en promedio 6,4% y Venezuela creció 4%; sin embargo, para el período 2014-2015, en promedio registrarán caídas de -1,6% y -2%, respectivamente; según el reporte de abril del FMI.
En el segundo grupo de países están aquellos que mantuvieron la disciplina fiscal, redujeron ligeramente su nivel de endeudamiento respecto al producto y están logrando mantener sus tasas de crecimiento. Así, tenemos dentro de este grupo a países como Colombia y México, que en el período 2006-2011 crecieron 4,9% y 2,3%, y para el período 2014-2015 estarían creciendo en promedio 4,7% y 3%, respectivamente.
En el tercer grupo encontramos a países como el Perú y Chile, cuyos estimados de crecimiento para el período 2014-2015 están a la mitad de la tasa promedio del período 2006-2011. En Chile la fuerte caída de la actividad económica está asociada al desplome de la inversión privada porque el actual gobierno está embarcado en reformas tributarias, laborales y constitucionales que han afectado la confianza de los agentes económicos.
En el caso del Perú, el crecimiento promedio del 2006-2011 fue muy superior al de todos los países antes mencionados. Crecimos en promedio 6,9% y no fue porque se inflara el presupuesto público o porque fuéramos el país más beneficiado por el ‘boom’ de las materias primas. De hecho, según el FMI, el impacto del precio de las materias primas en el Perú estuvo muy por debajo del que tuvieron otros países, como Venezuela, Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia, entre otros. El Perú creció más que todos estos países porque la inversión privada fue robusta y se avanzó en reformas que mejoraban la competitividad de la economía.
Algunos ejemplos de esto: la deuda pública con respecto al PBI pasó de 41,7% en el 2005 a 22,1% en el 2011. Por el lado de reformas estructurales, el Índice de Libertad de Comercio según Heritage Foundation pasó de 59,8 en el 2005 a 86 en el 2011; de las 7 economías más grandes de la región estábamos penúltimas en el 2005 y para el 2011 ya habíamos superado a Chile. ¿Qué ha ocurrido con este indicador? Estamos estancados y Colombia y México han acortado las distancias con el Perú.
¿Qué hemos hecho con esa enorme fortaleza fiscal? Nada. La inversión pública en el 2014 cayó en -2,4% y en el primer trimestre del 2015 viene cayendo -26,5%. Esta vez la culpa la tienen los gobiernos regionales y locales. Pero la peor de las excusas viene cuando se trata de atacar a la inversión privada, demostrando que no tienen la más mínima idea de cómo funciona la dinámica económica.
Si nuestros futuros gobiernos no tienen nociones claras de cómo funcionan las fuerzas que gobiernan los mercados y solo aspiran a superar el promedio regional, nunca entraremos al Primer Mundo.