Por: Liliana Rojas Suárez, Directora de la Iniciativa Latinoamericana del Center for Global Development
El Comercio, 5 de mayo del 2024
“El debilitamiento continuo de la democracia y sus instituciones no augura un buen futuro para la inversión y el crecimiento”.
Según los últimos pronósticos de los organismos multilaterales y de Wall Street, el Perú proyecta una tasa de crecimiento de entre 2% y 2,5% para el 2024, con poca o ninguna mejora para el período 2025-2028. Estos valores simplemente refuerzan la tendencia en la última década en la que el Perú creció en promedio un 2,5%, excluyendo el período de la pandemia (2,3%, incluyendo el 2020 y el 2021). Como resultado de ello, el producto per cápita real (medido a precios constantes) se mantiene en niveles similares a los del 2015.
Estas cifras son sumamente preocupante s porque revelan que el Perú se encuentra en una “trampa de estancamiento”, donde no solo ha dejado de crecer, sino que también ha revertido su proceso de convergencia hacia los niveles de ingreso per cápita delas economía s avanzadas. Aunque en la década del 2000 había iniciado un camino de convergencia, este se ha revertido desde el 2014. para el 2019, el año anterior al apande mi a, el PBI per cápita ajustado por paridad de poder adquisitivo era de apenas el 25% del promedio de los países desarrollados, incluso por debajo del promedio latinoamericano.
En contraste, el grupo agregado de países emergentes y en desarrollo ha continuado su proceso de convergencia desde la década de 1990 hasta la actualidad. Aunque el Perú tenía una ventaja del 30% sobre este grupo en el ingreso per cápita a comienzos de los 2000, esta se ha reducido prácticamente a cero en la actualidad.
Aún más preocupante es que no se vislumbra que el problema de estancamiento del Perú se vaya a resolver en un futuro cercano. aunque las condiciones financieras internacionales son altamente in ciertas y afectan el crecimiento a corto plazo, lo cierto es que los motores locales de crecimiento son disfuncionales, por lo que limitan el crecimiento a largo plazo. Aquí destacan dos factores in ter relacionados presentes mucho antes del apande mi a: el deterioro de la gobernabilidad y las instituciones democráticas, y el alto grado de informalidad laboral y empresarial.
Bajo cualquier perspectiva, la calidad institucional y de gobernabilidad del país se viene deteriorando de forma dramática. Independientemente del indicador que se utilice, el Perú se ve muy mal, al punto de que el 91% de la población muestra insatisfacción con el funcionamiento de la democracia, según el Latino barómetro, la cifra más alta en américa latina. este contexto de descontento y falta de confianza en los gobernantes alimenta aún más las propuestas populistas. Además, el Índice de Democracia 2023 de la revista “The Economist” sitúa al Perú con uno de los valores más bajos de Sudamérica, solo por encima de Bolivia, Ecuador y Venezuela.
Como es de esperar, el debilitamiento continuo de la democracia y sus instituciones no augura un buen futuro para la inversión y el crecimiento, pues aumenta la incertidumbre sobre las reglas de juego bajo las que operan los inversionistas locales y extranjeros. La falta de confianza en las instituciones públicas se impregna en la baja confianza entre los ciudadanos, afectando la disposición a participar en contratos privados necesarios para las actividades económicas. es decir, la debilidad institucional también alienta la in formalidad laboral y empresarial.
A estas debilidades institucionales se suma el bajo nivel de eficacia del gobierno, lo que limita la provisión de bienes públicos de alta calidad y de aseguramiento social, y las políticas laboral es distorsionado ras. Con incentivos que claramente desalientan tanto a trabajadores como a empresarios a participar en mercados formales, tenemos la receta perfecta para la informalidad. En el Perú la in formalidad alcanza a entre el 60% y el 75% del empleo total, niveles completamente inaceptables para el funcionamiento ordenado de cualquier economía y que constituyen una restricción severa para la productividad y, por lo tanto, para salir del atrampa de estancamiento.
El oscuro horizonte del crecimiento económico no es inevitable. El Perú tiene un gran potencial, tanto por sus recursos naturales que lo posicionan estratégicamente para la transformación energética global, como por su historial reciente de estabilidad macro económica, pieza fundamental para el crecimiento sostenido. Sin embargo, no podrá alcanzar su potencial sin mejoras significativas en la gobernabilidad que requieren reformas difíciles, como las del sistema legislativo y judicial, así como aquellas que mejoren la capacidad de ejecución del Estado. hasta ahora, estas re formas no se vislumbran.
¿Prestarán atención nuestros gobernantes a la reciente rebaja de la calificación de riesgo por parte de Standard & Poor’s que atribuye precisamente el deterioro institucional y la inestabilidad política como las causas centrales? ¿Tomarán nota de lo que le sucedió a Colombia con el costo de financiamiento externo tras perder el grado de inversión? ¿Reconocerán que los riesgos de perder la estabilidad macroeconómica que distingue al Perú aumentan considerable mente sin el grado de inversión? Es también tarea del sector privado alertar sobre estos grandes peligros.