Por: León Trahtemberg
Correo, 17 de noviembre del 2023
Cargo con tres dolores y dilemas sobre el conflicto en Medio Oriente. El dolor por las vidas perdidas en la región, por la necesidad de Israel de responder a la fuerza al Hamás, y por mis hijos y nietos viviendo allá en constante angustia.
Este conflicto, enraizado en la historia y agravado por intereses geopolíticos globales, coloca a Israel en un escenario en el que se juega el control de los recursos petroleros y la influencia de potencias como Irán y Rusia, frente a los Acuerdos de Abraham de Estados Unidos.
La constante amenaza de grupos como Hamás y Hezbolá, con su creciente arsenal y 200 mil misiles destinados a destruir a Israel, desafía su seguridad. Los altos al fuego han sido temporales, sin conducir a un cambio real en la hostilidad o en el desarme. En este mundo de dobles estándares, Israel destaca por su humanismo al alertar a la población que ocupa instalaciones civiles con subsuelos militares previo a la acción militar para que la evacúen, cosa que no hace ningún país islámico ni Rusia en Ucrania. Es una dolorosa pero necesaria medida para proteger su pueblo y su democracia.
Son indistintamente gobiernos de izquierda y derecha en Israel los que han enfrentado a estos enemigos, desde Golda Meir y Rabin a la izquierda hasta Beguin y Netanyahu a la derecha, Todos han tenido que lidiar con el fanatismo y el odio antijudío que solo extendería sus fronteras frente a la posibilidad de un Estado Palestino gobernado por Hamas.
Israel enfrenta el dilema de la defensa militar versus el costo de ella, a cambio de su subsistencia. No parece tener otra opción que la militar.