Por: León Trahtemberg
Correo, 22 de marzo del 2024
La integración de tecnologías avanzadas en la educación es inevitable por la escasez de docentes pero siempre llega tarde debido a varios factores. Tomemos nota que en los países desarrollados hay una escasez de estudiantes y maestros graduados para cubrir las plazas necesarias, lo que lleva a buscar soluciones tecnológicas para llenar el vacío.
Sin embargo, las escuelas son reticentes a adoptar estas tecnologías por diversas razones: no fueron diseñadas originalmente para la educación, falta de acceso y capacitación para profesores y alumnos, carencia de equipos de mantenimiento dedicados, aversión al riesgo por parte de los ministerios de educación, y presupuestos limitados destinados principalmente al hardware en lugar del software.
A pesar de estas dificultades, la inteligencia artificial (I.A.) puede ofrecer beneficios significativos en la educación, como la planificación de clases, el acceso a recursos digitales, la evaluación y el feedback personalizado. Sin embargo, la I.A. no puede reemplazar aspectos fundamentales de la educación, como la motivación, las habilidades blandas, la resolución de conflictos y los vínculos afectivos que se forman en el entorno presencial.
En resumen, aunque la incorporación de tecnologías avanzadas en la educación es inevitable, el proceso se retrasa debido a diversas barreras y desafíos. A pesar de ello, la inteligencia artificial puede ser una herramienta valiosa para mejorar la eficiencia y la calidad de la educación, aunque no puede sustituir completamente la experiencia humana y los aspectos sociales de la enseñanza y el aprendizaje.