Juan Stoessel
Perú21, 9 de marzo del 2025
“El nuevo Jorge Chávez, más moderno, más amplio, con dos pistas, nos permitirá convertirnos en hub regional, captar nuevas aerolíneas, operar mayor número de vuelos”.
La inauguración del nuevo aeropuerto Jorge Chávez sigue entre la incertidumbre y la indecisión. Primero, iba a abrir en diciembre. Después en enero. Luego se movió para fines de marzo. Ahora parece que en julio. No estamos hablando de una obra menor en la que tantas postergaciones podrían verse casi como algo anecdótico. Se trata de la principal puerta de entrada al país. Que el manejo de plazos de un proyecto así de importante resulte tan errático es, por decir lo menos, sorprendente.
Acá nadie pide saltear procesos, mucho menos con una infraestructura estratégica de gran magnitud. Se requiere absoluta certeza, de parte del operador y las autoridades competentes, de que los requisitos de seguridad se cumplen al 100%. Ese es el foco. Pero, una vez que ese checklist esté completo, toca la apertura. ¿Acaso es por seguridad que se pide volver a retrasar el inicio de operaciones? No, el motivo es el acceso vial. Sí, es insólito que un aeropuerto modernísimo que ha costado más de US$1,500 millones no tenga los accesos resueltos y se tenga que solucionar con puentes Bailey. Es la ineficiencia del Estado en su máxima expresión. Sin embargo, no reviste peligro para los vehículos. El acceso definitivo, vía bypass y puente, va a ejecutarse. El proyecto está contratado con el Gobierno de Francia, pero no estará listo hasta 2028-2029. ¿Vamos a seguir pateando las fechas? En Berlín tuvieron que pasar 14 años hasta que se inauguró el aeropuerto Willy Brandt. Se politizó el manejo, se entró en controversia tras controversia, y lo que debió culminarse en 2006 recién se pudo concretar en 2020. ¡Los alemanes que son famosamente eficientes!
El nuevo Jorge Chávez, más moderno, más amplio, con dos pistas, nos permitirá convertirnos en hub regional, captar nuevas aerolíneas, operar mayor número de vuelos. En una palabra, ¡crecer! Sin mencionar que la actual pista de aterrizaje necesita levantarse para colocar luces nuevas (no queremos más apagones como el de 2024) y rehacerse. Esto no se hizo antes porque cerrar la única pista nos aislaría del mundo. Pero no podemos dilatarlo más.
El sector aún no recupera las cifras de prepandemia, ni en divisas ni en puestos de trabajo. El nuevo aeropuerto es clave para retomar (y superar) los resultados de 2019, como lo han hecho ya casi todos los demás países de la región. Cualquier retraso, salvo por estrictos motivos de seguridad, sería una demora innecesaria a la recuperación de miles de puestos de trabajo y al despegue económico que tanto necesita el país.