Por: Juan Stoessel
Perú21, 7 de abril del 2024
“El turismo ha mostrado reiteradamente una admirable resiliencia y capacidad de superar obstáculos”.
Una obra crucial para el desarrollo del turismo es el aeropuerto de Chinchero. Su construcción marcará un contrapeso al centralismo limeño, permitiendo que el país tenga no una, sino dos puertas de entrada. Cusco contará al fin con un aeropuerto de primer nivel, a la altura de nuestro principal atractivo, con una mayor capacidad de recibir vuelos (recordemos que el Velasco Astete llegó a su tope en 2019). Más que un aeropuerto, será un hub que unirá Cusco con las principales capitales y ciudades de la región, desde Miami hasta Santiago. Y, a su vez, conectará el circuito sur -que recibe 85% del total de visitantes extranjeros- con otros destinos nacionales: playas del norte, la selva central, Huaraz, lo que dinamizará transversalmente al sector.
Sin embargo, este megaproyecto se encuentra entrampado. El avance de obra es apenas 11% y la entrega no será en 2025 sino en 2026. El problema viene de años atrás. Deficiencias en los contratos, a las que se sumó el pobrísimo nivel que hasta hace no mucho ha tenido el MTC, la entidad que lleva la batuta en estas gestiones. Adicionalmente, al haber pasado tantos años, las condiciones -y los números- cambiaron. Es lo que sucede cuando los procesos se dilatan. En fin, ahora toca buscar soluciones. Bajo ningún concepto podemos permitir nuevas demoras. ¡Cusco y el Perú necesitan Chinchero! Todas las partes involucradas deben sentarse y lograr los acuerdos necesarios. El turismo ha mostrado reiteradamente una admirable resiliencia y capacidad de superar obstáculos, pero el liderazgo de las autoridades es fundamental.
Mientras tanto, es imperativo aprovechar el tiempo para definir cómo conectar el nuevo aeropuerto con la ciudad de Cusco y el Valle Sagrado. ¿Por qué no pensar en un tren rápido? Sería una alternativa más eficiente que una carretera. De igual modo, es hora de tomar al toro por las astas y poner en marcha el Plan Maestro para reorganizar Machu Picchu. Somos los únicos en la región, junto con Venezuela, que aún no alcanzan las cifras de prepandemia. El resto ya las han superado. ¡El Perú necesita crecer! Las condiciones van a darse. A fin de año se inaugura el nuevo Jorge Chávez, ampliando nuestra captación de viajeros. En paralelo existe un ambicioso plan para mejorar el acceso a Choquequirao, que sumaría 1 millón de turistas adicionales. Machu Picchu, con un sistema de gestión moderno, incrementaría su aforo. Con el Velasco Astete no se habría podido manejar un mayor volumen, pero sí con Chinchero. ¡Destrabémoslo ya!