Fundación para el Progreso – Chile
Juan. L Lagos
Publicado en El Líbero
02.03.2023
El presidente de la Cámara de Diputados, Vlado Mirosevic, celebraba que Bloomberg destacara a Chile como el país más seguro para invertir en Latinoamérica y atribuía el mérito a la gestión del Gobierno, quien también sería el causante —a juicio del diputado— del superávit fiscal y el crecimiento de la inversión extranjera. Lo cierto es que estos buenos resultados son a pesar del Gobierno y no gracias a él. En cuanto al superávit fiscal, ya sabemos que en buena medida se debe a los presupuestos establecidos por el Gobierno anterior y la economista Macarena García demostró que por culpa de la sobre ejecución del presupuesto en tiempos del Gobierno de Boric el superávit fue 1,1% y no de 2,3% del PIB.
No olvidemos que fue el Gobierno el principal promotor y financista —entre otros medios, a través de su campaña «Vota Informado»— del Apruebo, siendo su estrepitoso fracaso el causante de la buena noticia que ahora celebra vía Twitter incluso el que fuera el vocero de la opción perdedora en el Plebiscito de 2022.
En efecto, Bloomberg afirma que el clima de inversión ha mejorado «con el rechazo de una nueva Constitución». Es decir, si Chile está volviendo a ser «un bastión de relativa estabilidad» —valiéndonos de los términos empleados por el banco HSBC— es gracias a que los ciudadanos dijeron que «no» a la revolución institucional que con tanta desfachatez defendieron Boric y los suyos con el dinero de todos nosotros.
Los beneficios del Rechazo no solo se reducen a lo económico. Desde lo político vemos en la izquierda gobernante un inusitado patriotismo por parte de quienes meses atrás abogaban por la fragmentación de la nación chilena.
«Apruebo Dignidad» ahora se llama «Unidad para Chile» y el saldo de apruebistas fuera de dicho pacto ahora se hacen llamar «Todo por Chile». Aunque cosmético y táctico, no deja de ser alentador este cambio, porque demuestra que la chilenidad es un valor al alza y debería formar parte del patrimonio de todos los chilenos sin importar nuestras preferencias políticas.
No faltan los que quieren pensar que gracias al Rechazo el Gobierno de Gabriel Boric ha dado un giro hacia la moderación. No me parece adecuado confundir el forzado repliegue al que se vieron obligados Boric y los suyos con un sincero cambio hacia posiciones menos extremas. Luego del Plebiscito, Boric no ha hecho otra cosa que seguir con los mismos que perdió en septiembre de 2022 y ninguno de ellos ha abjurado de la nefasta propuesta de nueva Constitución en la que invirtieron todo su capital político.
Pero el mejor efecto del triunfo del Rechazo seguirá siendo el rosario de necedades que día a día siguen soltando los partidarios del Apruebo en las redes sociales. Nada reafirma más el valor de la victoria del 4 de septiembre que los despechados discursos de aquellos que nos dicen, entre otras cosas, que de haber ganado el Apruebo ya no tendríamos delincuencia porque el proyecto de nueva Constitución nos garantizaba una vida libre de violencia. Es lógico que no exista ningún votante del Rechazo arrepentido si este es el nivel del argumentario apruebista.
Ahora bien, que Chile haya recuperado una pequeña parte del prestigio que tenía gracias al triunfo del Rechazo debería llamarnos a la reflexión. Si ahora recibimos buenas noticias por evitar calamidades, imaginémonos cuánto provecho nos espera si volvemos a hacer las cosas bien fortaleciendo los pilares del desarrollo: libertad individual, apertura económica y progreso tecnológico. Para esto, el Gobierno debe renunciar a su infantil inclinación de querer controlarlo todo. Lampadia