Por: Juan Fernando Correa
Perú21, 5 de agosto del 2023
“Necesitamos recuperar los principios éticos para dejar de ser una sociedad con tanto comportamiento racionalmente corrupto”.
Hace 60 años un sociólogo americano llamado Donald Cressey, propuso un modelo que identifica tres factores que llevan a las personas a cometer fraude: la Oportunidad, la Motivación y la Racionalización. Este modelo describe muy bien el gigantesco nivel de corrupción que tenemos en el país.
En primer lugar, la “oportunidad” para la corrupción en el Perú es muy amplia. Nuestro Estado está compuesto por miles de entidades que ejecutan presupuestos de todo tamaño. Para tratar de reducir las oportunidades, el Estado emite miles de normas que hacen cada vez más complejo el funcionamiento de la economía y que a la vez generan más oportunidades de corrupción.
La “motivación” surge de necesidades personales o familiares o simplemente por ambición y es un factor que moviliza hacia el delito. En nuestro país claro que tenemos muchas personas con muchos problemas económicos, pero cuando un presidente o ministro cae en la tentación es más por ambición que por necesidad.
Por otro lado, el elemento más arraigado es la “racionalización”. Los corruptos, de los dos lados de la mesa, justifican su actuar con muchos argumentos profundamente instalados: “nadie me va a ver”, “es normal, todos lo hacen”, “todos roban en el Estado”, “el Estado me paga mal”, “si no me llevo la obra, quiebro”, “sin licencia no puedo operar “, etcétera.
La “racionalización” saca del camino los valores morales y éticos y le da paso a la tentación cuando la oportunidad se presenta con tanta frecuencia en nuestro país. Podemos trabajar en poner más controles para que haya menos oportunidades, pero necesitamos recuperar los principios éticos para dejar de ser una sociedad con tanto comportamiento racionalmente corrupto.