Por: Juan Fernando Correa
Perú21, 29 de julio del 2023
“Está muy bien querer apoyar a la pequeña empresa, pero de qué sirve que el Estado les compre más si luego les cierran el negocio por no cumplir con las regulaciones”.
Siempre hemos visto en el Perú cómo, ante situaciones delicadas en la vida de las personas, en la economía y sobre todo en la inseguridad política, los gobiernos activan el paternalismo desde el Estado.
Para muchos suena bien que el Estado reparta más bonos, libere beneficios para distintos sectores de la economía y busque cerrar brechas a partir de proyectos de inversión pública a todo nivel. Pero esas acciones no necesariamente resuelven los problemas.
Está bien construir más postas médicas y hospitales, pero de qué sirven si no tienen las medicinas. Está bien construir más colegios, pero de qué sirven si los profesores no logran un nivel mínimo de comprensión lectora en sus alumnos. Está muy bien querer apoyar a la pequeña empresa, pero de qué sirve que el Estado les compre más si luego les cierran el negocio por no cumplir con las regulaciones y trabas que solo generan más informalidad.
Hoy vivimos en el Perú una situación de equilibrio inestable. Es como una persona parada encima de una pelota de fútbol; se descuida y se cae. Tenemos cierto nivel de tranquilidad, a pesar de algunos intentos de regresar al caos, pero en el fondo la mayoría de los peruanos están muy descontentos. El rechazo al Gobierno y al Congreso es masivo.
En este contexto no sorprende que el Gobierno anuncie una lista enorme de iniciativas tanto de inversión pública como de medidas paternalistas. Claramente, buscan reconciliarse con la ciudadanía. El problema es que, por más buena intención que haya, las medidas anunciadas ayer no van a resolver los problemas fundamentales del país. Más bien parecen anuncios para prolongar la parada encima de la pelota.