Por Juan Claudio Lechín
Perú 21, 01 de noviembre, 2015
Henrique Capriles, de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ganó ampliamente las elecciones contra Chávez, en el 2012, y contra Maduro, en el 2013, pero el Consejo Nacional Electoral fraguó los resultados haciéndolo perder por fracciones. Capriles se apresuró en felicitar a Chávez, legitimándolo, e hizo una impugnación leguleya contra Maduro, en un país donde el sistema judicial es propiedad del régimen. En ambos casos, el pueblo pidió salir a las calles. En ambos, también, Capriles alegó que no quería ensangrentar a una Venezuela con 25 mil asesinatos callejeros anuales, que son mucha sangre. Por doquier, los intelectuales y periodistas colaboracionistas aplaudieron esta excusa hasta que la noticia internacional electoral venezolana se enfrió y el régimen chavista continuó. Todo quedó en nada. El entonces baluarte de la MUD, la oposición venezolana por antonomasia, José Ramón Medina, y quien dijo que Leopoldo López debe quedarse en la cárcel, y otro pilar de la oposición, Armando Briquet, fundador de Primero Justicia, celebrarán este próximo diciembre, en Washington, un evento para invertir en Cuba (Cuba Summit), bajo el ala del think tank, también opositor, Center of Democracy in the Americas (CDDA). Vaya paradoja: financiar al colonizador enemigo. Se sabe de la descomunal corrupción en la Venezuela socialista, de la pequeñez del alma humana. Poco se ha dicho que es una vieja técnica comunista infiltrar las oposiciones políticas. Ahora, hacerlas bailar una farsa democrática para engañar a la opinión pública internacional es una novedad castrista que se repite en todo el continente. ¿A Capriles también lo mueven los hilos del titiritero o es otro colaboracionista descuidado?