Juan Carlos Tafur
Exitosa, 21 de junio de 2016
Cometería suicidio Pedro Pablo Kuczynski si escucha a quienes le aconsejan soslayar al fujimorismo y gobernar políticamente con la izquierda y socialmente con las autoridades regionales y municipales.
No se trata solo de consideraciones realistas sino, antes que ellas, ideológicas. PPK es un hombre de derechas. A él no le gusta el término y se considera progresista. Bueno, aunque no hay contradicción en los términos, si lo desea plantear de otra manera, diremos que la suya es una postura promercado, proinversión privada, proempresa y en ello está infinitamente más cercano al pensamiento naranja que al del Frente Amplio u otra agrupación.
Es absurdo sostener que como la segunda vuelta lo enfrentó al fujimorismo y por ende tuvo que exacerbar los antis para triunfar, le deba todo a los respaldos de último momento o que su signo de gobierno deba seguir esa tónica. Cabe recordar que PPK ha obtenido finalmente la misma votación que las encuestas le atribuían a los pocos días de iniciarse la segunda vuelta, antes que ningún candidato o agrupación le expresara su respaldo.
PPK debe gobernar desde la derecha, como corresponde, añadiendo el encargo institucional que la segunda vuelta le ha colocado al frente. Hacer un gobierno mediatizado lo condenaría a repetir la medianía de los tres últimos gobiernos, sin ansias de reformas, abonando a los antisistema del 2021. Frente al statu quo solo cabe acentuar las reformas de los 90, brindándoles soporte democrático.
Lo lógico y sensato es que, bajo esos términos, PPK busque y logre consensos con el fujimorismo y que entre ambos, sino un cogobierno (no es pertinente y se ve difícil que ocurra por los mutuos resquemores), se establezca una suerte de competencia de poderes en favor de las reformas que el país exige.
Lampadia