Por Juan Carlos Tafur
(Exitosa Diario, 22 de Mayo de 2015)
Lo ocurrido con el dirigente afiliado a Tierra y Libertad, Pepe Julio Gutiérrez, a quien se ha descubierto negociando una coima para atemperar la protesta social contra el proyecto minero Tía María, supone un tremendo golpe contra la izquierda, la misma que se esmera en tratar de asentar la imagen de superioridad moral, pero que con esta revelación y la obsecuente reacción de sus copartidarios no hace sino difuminar ese propósito.
No es, además, el único caso en el que supuestos movimientos sociales o entidades allegadas a la izquierda se vinculan a tremendos enjuagues. ¿O alguien desconoce las mafias que se mueven alrededor de los sindicatos de construcción civil, en los movimientos de lucha por las tierras, en diversos sindicatos de estibadores, de maestros vinculados a las UGEL, en federaciones mineras dizque artesanales que no son sino fachada de mineros ilegales, ONG demasiado interesadas en defender con especial ahínco los derechos procesales de agrupaciones terroristas con buen financiamiento, etc.?
Si ya la izquierda andaba en estado de convalecencia, luego de haberle ido muy mal en la gestión de los dos cargos con mayor poder político en el país, la Presidencia de la República y la alcaldía de Lima, su estado de recuperación inmediata ha sido dinamitado por las denuncias de corrupción que golpean a uno de sus partidos más activos, como es Tierra y Libertad, que se daba el lujo de tildar de impuro al resto de la izquierda por aliarse con Perú Posible o con Yehude Simon.
Banderas a las que suele endosárseles cierto romanticismo han sido manchadas y no es factible aún medir sus consecuencias políticas. Por lo pronto, los dirigentes de TyL harían bien en sumarse a un esfuerzo de absoluta transparencia (por ejemplo, abriendo sus propias cuentas) para librarse de la justificada suspicacia ciudadana respecto de sus reales motivaciones.