Juan Carlos Tafur, Director de Exitosa
Exitosa, 19 de Mayo de 2017
Muchas razones explican el desencuentro de la izquierda peruana con el electorado. Se amagan unas y otras interpretaciones para entender por qué nuestra izquierda –a diferencia de sus pares regionales- ha sido avasallada por la derecha en los últimos treinta años.
Quizás un factor a tener en cuenta, poco tratado, es el que invoca el trance conceptual posmarxista que atrapa a la izquierda en un limbo indefinido, sin éxito electoral y a la vez sin arraigo en las organizaciones populares.
¿A qué nos referimos? Acostumbrada a mirar al pueblo en función de la categoría de clase social se ha descolocado por completo cuando tales categorías han perdido identidad. Hoy ya no existe un pueblo mayoritariamente obrero o campesino. Es microempresario emergente o subempleado en el área de servicios, dos segmentos sociales a los que Marx miraba con desprecio por su afonía revolucionaria.
Así, la izquierda debió transitar de la revolución al populismo, que en su buen sentido supone el rescate de la masa ciudadana como actor político.
Fracasó en ese esfuerzo. Pareció hacerlo a través del nacionalismo humalista, pero el conflicto surgió de inmediato: Humala se derechizó y sus inquilinos se refugiaron en la vieja prédica.
En ese afán equívoco, la izquierda se ha dejado arrebatar el pueblo por la derecha. En el Perú el fujimorismo la ha avasallado, ocupando el espacio social que antaño era bastión de la izquierda clásica. Casi calza a la perfección el espacio geográfico de una y otro.
La izquierda no ha logrado desprenderse de sus ataduras marxistas y no asume, a plenitud, un mensaje político que les hable a los nuevos protagonistas populares.
Mientras eso no ocurra, subsistirá el capillismo cainita de la izquierda peruana, peleada por membretes e inscripciones, incapaz de entender la cifra de su nuevo destino.