Por: Juan Carlos Hurtado Miller
Columnista invitado
Expreso, 31 de marzo de 2020
A raíz de la situación extraordinaria que vive el planeta, y que sin duda afectará las economías de todos los países, incluido por supuesto el Perú, es necesario que busquemos alternativas para poder sobrepasar este momento y esperar lograr retomar la senda del crecimiento en el menor tiempo posible, y al menor costo para el Estado, las empresas, y sobre todo para los ciudadanos. Para tal efecto, creo que todos tenemos la responsabilidad de sugerir ideas, más aún los que hemos asumido en algún momento cargos públicos y, sobre todo, en tiempos de grandes dificultades. Por eso, me permito sugerir dos ideas.
1. La ayuda social.
En julio de 1990, y a efectos de aminorar el tremendo impacto que las medidas económicas que daríamos el 8 de agosto del mismo año tendrían en la población de menores recursos, creamos el Programa de Emergencia Social (PES). Esta organización estaba dirigida por 11 miembros, pero solo uno de ellos, que la presidía, era representante del Gobierno, siendo todo el resto miembros de instituciones de ayuda social privada, tales como CARITAS, OFASA, CARE, el Vaso de Leche, así como por otras más. A pesar de la escasez de dinero del momento, el Gobierno aporto 5 millones de dólares semanales durante los casi cuatro meses que duro este programa. La repartición del dinero, entonces, no la decidía el Estado, sino los miembros, y con ese dinero se compraban alimentos para preparar canastas alimenticias, que luego repartían las parroquias y los municipios. Los municipios, en consecuencia, no compraban los alimentos, solo se encargaban de la distribución.
En el momento actual, creo que el Gobierno debería optar por algo similar, estableciendo un programa de ayuda que sea manejado por las organizaciones privadas, no por el Estado, y que sean estas las que se encarguen de las compras, y los municipios solo de su distribución. Además de lograr ser más eficientes, para la Contraloría resultaría más sencillo controlar a 10, 20 o 100 entidades de ayuda social, que a más de 1,500 distritos.
2. La cadena de pagos.
El segundo tema de importancia es el mantener la cadena de pagos. Es imprescindible que esta no se rompa, pues de lo contrario se entraría en un periodo recesivo del cual cuesta mucho tiempo y dinero salir. Sin embargo, para ello hay que tener presente que nuestra economía tiene dos sectores productivos: el formal y el informal.
El Gobierno ha dado algunas medidas importantes para ayudar al sector informal, a trabajadores y a empresas. Ello está muy bien y habría que seguir preparando nuevas medidas. No olvidemos que el 73 % de nuestra economía es informal.
Sin embargo, es necesario analizar también medidas para el sector formal, que según el vicepresidente de la Cámara de Comercio de Lima, señor José Armando Hopkins, requiere de 4,500 millones de dólares al mes para no dejar de pagar sus planillas y para no romper la cadena de pagos.
De ser así, creo que habría que buscar una fórmula para aliviar este periodo de paralización que están teniendo las empresas. Para lograr ello, propondría lo siguiente:
– De conformidad al Art.84 de nuestra Constitución, el BCR está autorizado a comprar valores emitidos por el Sector Público. En consecuencia, el Estado podría emita bonos por 30,000 millones de soles, a un plazo de 20 años y con una tasa no mayor al 3% anual; valores estos que serían adquiridos por el BCR.
– El dinero obtenido por la venta de estos bonos sería utilizado para el otorgamiento de créditos a las empresas, al mismo plazo y con la misma tasa de interés, y por montos que podrían ser tomando como referencia dos meses de sus ventas promedio del ejercicio 2018, que ha sido el último declarado ante la Sunat.
– De esta manera, en la práctica, se estaría entregando, a manera de financiamiento a largo plazo y con tasa muy baja, dos meses de venta a las empresas; ventas que no van a tener debido a la paralización actual.
Es necesario, por supuesto, que se afinen detalles para evitar se presenten casos de abusos, corrupción, malas asignaciones, etc., pero como idea general, he ahí una forma de financiar un paquete de rescate que solo el Estado puede y debe implementar, pues no le compete a la banca comercial, ni tampoco lo va a hacer. Hay que pensar que los bancos son también empresas privadas que igualmente van a pasar por este trance, teniendo también que sortear los rezagos del mal tiempo. Por lo tanto, debe ser el Estado quien otorgue esa facilidad, tal como se está implementando ya en otros países. Asimismo, no deben darse medidas aisladas, sino un solo financiamiento integral, que alivie el tremendo problema de liquidez que están ya teniendo la mayor parte de las empresas.