Las recientes acusaciones de lavado de dinero en contra de la primera dama, Nadine Heredia, son rezagos del legado de corrupción que dejó el fallecido Hugo Chávez en América Latina. Después de 14 años en el poder, el caudillo venezolano estableció una robusta red regional de diplomáticos, militares, empresarios y ONG que promovían la propaganda chavista y buscaban adhesiones políticas a favor de su revolución bolivariana.
En ese sentido, el impresionante crecimiento económico del Perú en los últimos años no lo hizo inmune a esta red de corrupción, cuyo apoyo se está dejando conocer por los medios.
Ya en el 2006, el apoyo no tan secreto de Chávez al aspirante a la presidencia, Ollanta Humala, le habría costado al ex teniente coronel la victoria electoral. Luego de esta lección, sin embargo, Humala no cambió de opinión con respecto a la recepción de apoyo venezolano, sino que solamente cambió de táctica. Semanas antes de las elecciones presidenciales del 2011, Roger Noriega, ex secretario de Estado del Hemisferio Occidental en Estados Unidos, reveló que funcionarios de defensa de Venezuela habrían trasladado US$12 millones a través de la frontera entre el Perú y Bolivia en apoyo al ahora presidente Humala.
Esta persistencia chavista también fue vista en países vecinos como Bolivia, donde las presuntas donaciones en efectivo desde Venezuela habrían ayudado al dirigente cocalero Evo Morales a ascender al poder en el 2005. Lo mismo ocurrió con Daniel Ortega en Nicaragua y Rafael Correa en Ecuador. Casi una década después y luego de cambiar los términos de duración del mandato presidencial, estos tres caudillos continúan en la presidencia con un estilo chavista, honrando las deudas a su ya fallecido benefactor.
Al estilo de la mafia, los pagos en efectivo se han convertido en la regla para la trama de corrupción política de Venezuela. Evidencia de ello es el llamado “maletinazo” –la acusación contra cuatro argentinos y un uruguayo por presuntamente haber utilizado US$800.000 en el 2007 para apoyar la campaña de la ahora presidenta de Argentina, Cristina Kirchner–, que ha creado una aureola de conspiración alrededor de “empresarios” venezolanos usados como mensajeros para pagos políticos.
Desde la muerte de Chávez, su legado de corrupción política continúa en la región y en el exterior. En el 2014, El Salvador se convirtió en la víctima más reciente de esta política sucia cuando acuerdos comerciales de petróleo demostraron una red local de corrupción cerca del ahora presidente y ex guerrillero Salvador Sánchez Cerén. Al otro lado del Atlántico, el partido político de extrema izquierda Podemos se convirtió en la sensación europea de Venezuela, ya que ganó, impresionantemente, cinco escaños y 1,2 millones de votos en las últimas elecciones de España. El diario español “El País” reveló que el ‘think tank’ asociado con Podemos, el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), recibió 3,7 millones de euros del régimen chavista desde el 2002. El director del CEPS es Pablo Iglesias, líder de Podemos y aspirante a primer ministro de España.
La sabiduría convencional sugiere que con los precios del petróleo en declive y la economía de Venezuela en auxilio la influencia monetaria chavista no podrá sostenerse. Pero con su economía en las cuerdas, tal vez ahora es el momento para Venezuela de sacar provecho de su extenso apoyo en la región.
El presidente Humala y su primera dama podrían contar como algunas de estas figuras políticas apoyadas por Venezuela. De acuerdo con los registros de inmigración peruana, Nadine Heredia visitó Venezuela por lo menos 14 veces en el 2007, el mismo año que comenzó a recibir US$4.000 mensuales provenientes de un diario venezolano.
Del ALBA a Argentina hasta El Salvador, y hasta España, es importante tener en cuenta la historia y la evidencia de la capacidad de Venezuela para ganarse el favor de los políticos latinoamericanos y europeos. El Perú debe estar alerta a esta intervención extranjera en su proceso electoral del 2016.