Existe un deterioro en la economía de Cajamarca por el retraimiento de las inversiones mineras. Si negamos esto y no aceptamos nuestra responsabilidad, las consecuencias serán peores.
Gonzaga Guevara, agricultor del caserío Hierba Santa de Hualgayoc – Bambamarca, nos dice que el kilo de queso que vende ha bajado de S/.8 a S/.7 y el litro de leche de S/.1 a S/.0,80. Josué Chávez, de Michiquillay, indica que el ganado en pie comercializado en la plaza pecuaria de la Encañada bajó su precio de S/.1.500 a S/.1.000. Quienes compran estos productos, en calidad de intermediarios, advierten que hay menos ventas y que la situación se pondrá peor.
Ya el ex ministro de Comercio Silva Martinot había advertido la situación, al presentarnos preocupantes cifras sobre la situación en Cajamarca. Solo para recordar algunas, tenemos que mientras en el país el empleo aumentó 1,9% en el año 2012, en Cajamarca disminuyó 9,6%, lo que ha representado una pérdida de 77 mil empleos.
Y que mientras las llegadas de turistas extranjeros al Perú crecen en 10%, Cajamarca presenta una disminución en las estadísticas de extranjeros en hoteles del 28%. Por otro lado, la producción pecuaria de porcino disminuyó en 4%, la de vacuno en 5% y la de café también en 5%. Si se revisan las últimas estadísticas agregadas departamentales de producción, mientras que en el año 2011 el PBI del Perú creció 6,9%, en Cajamarca lo hizo solo en 2,9%.
“El proyecto extractivo tal o cual nos va a servir para generar las bases del desarrollo, pero luego a partir de eso vamos a optar por otro modelo de desarrollo”. Esto lo dijo Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca, hace tres años. Ese otro modelo de desarrollo lo imaginó con 8.000 kilómetros de carreteras asfaltadas, con santuarios y zonas de reserva de alta biodiversidad. Con un par de centrales hidroeléctricas en el Marañón que beneficien la agroindustria para vender café al mundo, con productos como cuyes para exportar a China y con una industria de leche y queso formada por campesinos asociados.
Santos tiene que reconocer que esto no está sucediendo, y que no estamos en un estado de transición de un modelo donde los ingresos mineros son lo principal a otro donde se diversifica la economía.
El conflicto polarizado ha parado abruptamente cualquier intento de transición y no hay ya minería que genere ninguna base para el desarrollo. Su suspensión ha creado zozobra en la economía de muchos pobladores. ¿Por qué es tan difícil reconocerlo?
Desde luego que les cabe una enorme responsabilidad a los gobiernos nacionales que solo promovieron inversiones y no generaron ninguna visión de desarrollo (ni menos se preocuparon por solucionar las necesidades básicas de la población). Hasta hace solo dos años, las empresas mineras tenían que hacerse cargo de construir carreteras y de liderar programas de salud y nutrición. Todo esto tiene que cambiar.
En lugar de lamentarse o ver el decaimiento de esta hermosa región, todos tienen que dialogar con humildad y mente positiva para ponerse de acuerdo con un plan de inversiones y contrarrestar los negativos efectos que ya se están viviendo.