Por: José Luis Gil
Peú21, 8 de Junio del 2023
Ellos no apuestan por la democracia para dirigir un país, sino, por la conspiración, la manipulación, el control y hasta el abuso.
En los últimos 30 años, la estrategia del uso de la “narrativa” (historias ficticias) o el “etiquetado” (apodo o nombre agraviante para el adversario) por parte de la izquierda radical y la progresía, ha sido tan potente, eficaz y devastador, que lograron traerse abajo gobiernos y acceder a la presidencia sin haber ganado elecciones como el caso de Sagasti, o con el uso de las traiciones como el caso de Vizcarra. Además, no debemos olvidar la manera flagrante de relativizar los crímenes de su aliada política Susana Villarán o Fernandini, entre otros. O el silencio sepulcral cuando se trata de corruptos de izquierda de los gobiernos regionales o municipales. Y es aquí donde entran a tallar la “narrativas”, las “etiquetas”, porque el ruido y el odio que generan, son suficientes para ocultar sus corruptelas o desastres políticos.
El bloqueo de partidos políticos como el Apra o el fujimorismo, “etiquetándolos” como “organizaciones criminales” con el único propósito de sabotear el legítimo derecho que tiene de participar en elecciones libres es una muestra de la “narrativa”. Esto no significa que no se hayan cometido actos de corrupción, no; se trata del “arte” que tienen de convertir presuntos delitos individuales, en acciones criminales colectivas. A la luz de la incapacidad de los fiscales de probar sus acusaciones, van quedando más dudas que certezas sobre los monstruos que se pretendieron presentar ante la población, y que hoy no pueden lograr ni una sola condena. Las fuertes sospechas sobre el sesgo ideológico de fiscales comprometidos construyen hoy una certeza con poco espacio para rebatirla.
La maquinaria comunicacional que pusieron en marcha impregnó en la mente de muchos ciudadanos, frases como “aprofujimontesinismo”, o “fujiaprismo”, “fujicerronismo”, “terruqueo” (creado por RMP y AAR), “facho”, “ultraderecha” y hasta “Dina asesina”, logrando una permanente actitud hostil y violenta de la población, para conducirlos a una toma del poder de facto. Está claro, pues, que ellos no apuestan por la democracia para dirigir un país, sino, por la conspiración, la manipulación, el control y hasta el abuso. No pasarán.
Finalmente, usar la palabra “facho” para atacar a los contrincantes, demuestra carencia de argumentos y una supina ignorancia respecto a las características del fascismo cuya naturaleza es totalmente contraria a las ideas de libertad. No permitamos que las “narrativas” aplasten el espíritu de los libertarios, de todas las tendencias democráticas no proterrorista ni de radicales de izquierda. Hagamos un gran frente de unidad y reconstruyamos el país, con historias reales, con respeto y con decencia. Sí se puede.