Por: José Luis Gil
Perú21, 15 de Setiembre del 2022
“El martes y miércoles en la noche se llevó a cabo el gran concierto del grupo Coldplay, al que asistieron más de 40 mil personas entre jóvenes y adultos (…) ¿Cuál ha sido el secreto de estas convocatorias masivas? ¿Por qué no logramos lo mismo los demócratas hoy?
El domingo 11 de setiembre fue la 14 edición de la maratón Movistar Lima 42K, con 15 mil participantes y espectadores que se congregaron en ambos lados del camino en varios tramos. El martes y miércoles en la noche se llevó a cabo el gran concierto del grupo Coldplay, al que asistieron más de 40 mil personas entre jóvenes y adultos.
Para adquirir las entradas se apreciaron inmensas colas; incluso algunos fans instalaron carpas para dormir en espera del gran día. En noviembre de 2020, una inmensa turba en Lima y diversas marchas a nivel nacional obligaron al expresidente Manuel Merino a renunciar irrevocablemente. ¿Cuál ha sido el secreto de estas convocatorias masivas? ¿Por qué no logramos lo mismo los demócratas hoy? ¿Por qué no logramos la vacancia o la renuncia?
Plantear este tema no significa acatar una postura fatua respecto del legítimo derecho de la población a tener momentos de esparcimiento con música y deportes, y tampoco el de reunirse para ejercer su derecho constitucional de protesta, incluso, hasta llevar a un presidente a la renuncia.
El asunto es analizar cuáles son las razones para que, en este momento tan grave de crisis política, no se replique una convocatoria tan multitudinaria y hagamos que el gobierno lumpen instalado en Palacio de Gobierno termine de una buena vez por medio de la vacancia o la renuncia presidencial.
El esfuerzo de unos cuantos miles de ciudadanos que hoy marchan podría tener explicación en los errores de la oposición para organizarse y el hecho de que una mayoría de los peruanos o no entiende de política y de democracia o ha sido alcanzado por las “operaciones psicológicas” desarrolladas por la izquierda radical y los progresistas, que construyeron una narrativa perversa contra todo lo que se mueva al lado derecho de la política.
Esta estrategia se pone en evidencia cuando los amantes de toda forma de socialismo callan escandalosamente cuando se trata de sus crímenes. La ley del embudo.
Nos queda claro que el éxito de los eventos musicales, deportivos y políticos mencionados tuvo características que la oposición democrática debe tener en cuenta: nuevos liderazgos y unidad para desarrollar una correcta estrategia a nivel nacional; una buena organización a nivel nacional, planificación con mucha antelación; plan de medios; estrategias comunicacionales capaces de llevar un mensaje de verdadera democracia.
Nadie debe ser vetado, pero sí creemos en la generosidad del repliegue estratégico y abrir la cancha para los nuevos guerreros. No esperemos que sean las condiciones de miseria y sufrimiento o el copamiento del Movadef en las prefecturas y subprefecturas para recién reaccionar.
Que sea la unidad, la organización, la estrategia, el desprendimiento y el heroísmo los que nos acompañen en esta parte de la lucha. ¡Sí se puede!