José Luis Gil
Perú21, 19 de diciembre del 2024
«Por otro lado, el TC, que ha desbaratado el secretismo del sistema de justicia y su ala fiscal con quienes se había sellado este acuerdo secreto con la corrupta Odebrecht, ha ordenando que el documento sea de conocimiento público».
No es posible que los ciudadanos peruanos ya no seamos verdaderos ‘justiciables’ para nuestro sistema de justicia, sino unos pobres ‘injusticiables’, porque hoy simplemente este sistema no nos garantiza que alcancemos ese equilibrio entre las normas y nuestros actos buenos o malos, y que tampoco alcancemos los beneficios o castigos de manera justa para todos. La precariedad del sistema, que está infestado por corrientes ideológicas desde siempre, parece haber encontrado su cenit encarcelando inocentes, persiguiendo eternamente a sus enemigos o liberando impunemente a sus ‘alfiles’. Esta es la justicia peruana.
En esta semana, el Tribunal Constitucional (TC) ha debido resolver en última instancia dos temas cruciales para la vida nacional. El primero está referido a la sentencia del TC que dispone la libertad del general en retiro EP Juan Rivero Lazo, quien, pese a su estado grave de salud y fofos argumentos que lo sometieron a sentencias draconianas, seguía siendo procesado y acumulando más sentencias, como para que las cumpla inclusive más allá de la vida, una verdadera e inhumana tortura que por fin llegó a su fin cuando este supremo tribunal decidió acabar con el suplicio del mismo y sus familiares ordenando su inmediata libertad.
Los implacables persecutores, la llamada ‘mafia caviar’, parte de este andamiaje ‘progre’ cuya principal misión parece ser la destrucción física y moral de las fuerzas de seguridad, saltará hasta el techo con esta sentencia, porque ese será el destino de otras que seguramente correrán la misma suerte, porque tienen el mismo contenido: persecución política. Y estos interminables procesos son solo posibles no por las acciones de un abogado, sino por el uso de plataformas ideológicas y políticas en todos los campos; es decir, educación, comunicación, sistema de justicia, sistema internacional y el sistema social, en el que están enquistados.
Por otro lado, el TC, que ha desbaratado el secretismo del sistema de justicia y su ala fiscal con quienes se había sellado este acuerdo secreto con la corrupta Odebrecht, ha ordenando que el documento sea de conocimiento público. Reconocemos y felicitamos el esfuerzo y persistencia del comunicador Phillips Butters y del abogado Wilber Medina, quienes dieron dura batalla para que la verdad se abra paso y será en los próximos días que el pueblo peruano sabrá los secretos mejor guardados de la “cofradía” caviar en su modo “Fiscalía”..
Los dos fallos significan que siempre hubo inocencia e injusticia en el primer caso y que quienes lo promovían sabían de esto; y en el segundo caso, los que creyeron que enterrarían en la tumba acuerdos lesivos y hasta traicioneros para el país también lo sabían. Ese nivel de flagrante inhumanidad debe terminar y, por eso, desde esta columna reclamamos a los votantes que en las próximas elecciones escojan personas con un amplio conocimiento jurídico y de reconocida capacidad moral y transparencia, para que puedan reformar el podrido sistema de justicia. Sí se puede.