José Luis Gil
Perú21, 10 de octubre del 2024
«Son ya incontables los casos de masacres callejeras que dejan sin aliento a los ciudadanos y a las propias autoridades».
Nuevamente estamos sintiendo la vorágine de la criminalidad, que todos los días golpea la cara y la moral de los peruanos. Son ya incontables los casos de masacres callejeras que dejan sin aliento a los ciudadanos y a las propias autoridades. La percepción de los peruanos, en su mayoría, es que no se tienen estrategias y que existiría una inacción que linda con la incapacidad y la falta de voluntad y decisión política para proveerles elementales medidas de seguridad para trabajar y vivir en relativa paz. Los niveles de desaprobación del Gobierno, que se reflejan en las encuestas periódicas, revelan claramente que no solo son los errores políticos del Gobierno, sino, principalmente, la absoluta incapacidad para detener la marea negra de la criminalidad.
Sin embargo, aunque parezca odioso mencionarlo, tenemos que decir que esto ya lo hemos advertido en sendas publicaciones desde hace ya varios años. El 24 de febrero de 2022, en pleno gobierno del golpista Pedro Castillo, dijimos en el artículo denominado “Susurros en la inseguridad”, lo siguiente: “La extrema gravedad de la inseguridad debe ser entendida como un proceso evolutivo de larga data, que ni el actual gobierno ni los anteriores pudieron resolver. Los asaltos y asesinatos de ciudadanos desprotegidos parecen no ser prioridad de quienes hoy detentan el poder, salvo la evidente “repartija” de puestos en el Estado tantas veces negada y que hoy indigna a la mayoría de ciudadanos”. Al parecer nada habría cambiado desde esa fecha.
La publicación más reciente fue el 11 de julio de 2024 en la que dijimos en el artículo denominado “Estandarizando el crimen”, que “los criminales han aprendido a mirar con desdén la espectacularidad de sus capturas y la ineficacia e ineptitud de las autoridades como fiscales y jueces, quienes en nombre de la justicia ‘tuerta’ a la que sirven, los hacen ganar las calles impunemente para que inicien su ciclo criminal nuevamente”. Y esto persiste ante la falta de un concepto estratégico del Estado en su conjunto.
Es momento de trazar una línea estratégica contra el crimen, que involucre la organización social como los Comités de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, pero no para enfrentarse al criminal, sino para su autoprotección; convocar a los gremios empresariales como ADEX, SNI, Confiep, CCL, Comex y otros, y dejar las “hipótesis” de guerra para otro momento, y en vez de gastar más de 3,500 millones de dólares en aviones de guerra, se revierta en una inversión histórica en fortalecer la inteligencia operativa policial.
También es necesario hacer una tregua política para enfrentar el flagelo y acondicionar cárceles transitorias para delincuentes no violentos, permitiendo así encarcelar de verdad a los desalmados que asolan las calles. Estas son solo algunas propuestas que provienen del estudio serio y la experiencia de haber combatido en las calles el crimen y deberían ser tomadas en cuenta.
¡Sí se puede!